Todo ello ocurría apenas dos horas después de que el Gobierno se quedara solo en el apartado de la Ley de Economía Sostenible, un insostenible bodrio que a nadie interesa, no por lo que aporta sino por los enfrentamientos que provoca.
Es en esa ley donde nuestra ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde (conocida en la red con Sin-democracia) colocó la posibilidad de que se pueda cerrar sin paso por el juez páginas de Internet que atentan contra la propiedad intelectual.
Perdió Sinde, pero no sin antes haber batido marcas históricas de pedantería, como cuando exhaló: A los que nos gusta la cultura estamos preocupados.
Hombre no, ministra. A usted lo que le preocupa es la pasta del negocio del espectáculo, que es lo que se está dilucidando aquí: un sistema de pago obligatorio de derechos de autor cuyo incumplimiento puede ser castigado con algo tan liberticida y anticonstitucional como el cierre administrativo de una página de Internet sin pasar por el juez. No es una ley o una medida de una ley en defensa de los derechos de autor sino un atentado contra libertad de expresión, propio de las dictaduras: el cierre administrativo de un órgano de información u opinión sin la garantía de los tribunales.
En otras palabras, ¿quién se beneficiaría de la norma Sinde? No lo autores, sino las sgaes. Que no es lo mismo, oiga, que no es lo mismo.
Aclarado esto, Francisco Marhuenda, por lo demás uno de los mejores periodistas españoles, abría su edición del miércoles con el siguiente mensaje: Ganan los piratas. No, no ganan los piratas, Paco, gana la libertad.
Eulogio López
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