Insisto : me duele escribir lo que voy a escribir, porque tengo amigos en la redacción, aunque puedo decir en mi descargo que no tengo ninguno en la gestión. Hablo del El Economista, el nuevo diario económico. En su edición del miércoles 8, Día Internacional de la Mujer Trabajadora (la no trabajadora que se fastidie), El Economista titula. El Corte Inglés discrimina a las mujeres. Razones que aporta: Les obliga a vestirse de uniforme, a ellos no. Gran tontuna, ellos también están obligados a vestir de traje y corbata, y sin ningún aderezo, como piercing, pendientes, etc.
Cobran menos. Mentira: cobran lo mismo, entre otras cosas porque los puestos y cargos están perfectamente estratificados. Las únicas diferencias salariales las proporcionan las comisiones. Además, los trabajadores de El Corte Inglés están mucho mejor tratados y cobran más que los del resto de grandes superficies. Que Carrefour o Alcampo, por ejemplo.
Cuando el argumento del salario no cuela, entonces se acogen al del escalafón. Pues bien, el porcentaje de varones-jefes no es ni mayor ni menor en El Corte Inglés que en otros establecimientos.
Otras cuestiones son mucho más criticables en El Corte Inglés, sólo que eso no interesa a los denunciantes. Por ejemplo, su publicidad, cad dái más escorada hacia la mujer-objeto. Isidoro Álvarez ha generado en el juego de la moda-espectáculo, con profusa exhibición de modelos, con atuendos que ninguna mujer vestiría por la calle, y que no son otra cosa que pornografía disfrazada de moda. No olvidemos que una modelo es una percha, verdadero arquetipo de la mujer objeto.
No, no hay discriminación a la mujer en El Corte Inglés, y los periodistas de El Economista deberían revolverse contra este tipo de manipulaciones. Todo obedece a la idea de Alfonso de Salas que él mismo explicaba así (no es literal): Nosotros aplicamos la táctica de Pedro J. Ramírez (lo inventó con Telefónica): a la empresa actual le golpeas y te coloca aún más publicidad para que no le arrees más. Lo cual es falso D. Alfonso, dado que la técnica no la inventó Pedro José, sino Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián. De hecho, hemos pasado del periodismo sobrecogedor de los años setenta (sí, periodistas que cogían el sobre) al muy democrático periodismo del consenso entre las grandes corporaciones y los grandes editores. En la primera, el malvado, poco malvado, más bien maldad cutre, era el periodista, ahora lo es el editor. Hay que comprender: es como cuando un equipo marcha mal. Como no es posible despedir a 25 jugadores, despides al entrenador. Sólo que los periodistas sobrecogedores tomaban una migajas y encima alababan al donante. Los editores se lo llevan por millones y no alaban a nadie. Es más, amenazan: o seguís pagando o seguimos repartiendo leña. Si pagas lo que deseamos, no esperes elogios, sólo inmunidad.
Ahora bajemos un peldaño más: el de La Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (AUSBANC) y su capo, D. Luis Pineda Salido, un personaje que recientemente nos enviaba una carta de rectificación sobre una información absolutamente cierta, pero que, además, sólo era una gota en un océano. Este personaje ha montado dos publicaciones (Ausbanc y Mercado de Dinero) y un verdadero emporio a costa de ganarse los favores, es decir, los euros, de las grandes corporaciones. Últimamente cuenta con el dinero de Emilio Botín, a quien elogia sin par mientras martiriza a la competencia. Lo sabe todo el mundo en Madrid, especialmente los que le han sufrido. Casi todas las entidades bancarias acaban por ceder, ponen publicidad y se libran de sus iras y de sus demandas. Insisto : todo el mundo lo sabe, pero todo el mundo guarda silencio. Porque en esto del chantaje, calla el chantajista pro razones obvias pero también calla el chantajeado. Se habla sin parar en los restaurantes pero nadie se atreve a dar la cara, por lo que continúa reinando la impunidad de don Luis, que ha hecho un patrimonio millonario, especialmente inmobiliario. Seguiremos informando.
¿Por qué goza de esta impunidad? ¿Por qué los periodistas agachan la cabeza cuando interviene en una rueda de prensa para lanzar loas repugnantísimas al banquero de turno? Pues porque fue el propio Banco de España quien contribuyó a crear la leyenda Pineda, es decir, el monstruo de Ausbanc. Fue el emisor, en aquel momento empeñado en cargarse a Mario Conde, quien dejó la famosa Acción Social de responsabilidad en manos de Pineda. El Banesto de Alfredo Sáenz, naturalmente, pagó por ello, porque se trataba de desprestigiar a Conde y Pineda se convirtió en una héroe de la honestidad (¡Chupa del frasco, Carrasco). Y años después, cuando se fusionan el Central Hispano y el Santander, resulta que Pineda está cobrando de ambos.
Pero eso sí, nadie habla: unos porque pagaron en su día para evitarse problemas, otros porque continúan pagando. Y Pineda les otorga muchos premios, no se vayan a creer. Seguiremos informando.
Eso sí, la portada de El Economista de hoy miércoles y lo de Pineda y Ausbanc no pueden ponerse en la balanza: lo de Pineda es mucho más grave que este pecadillo de neófito de El Economista. Pero ha llegado el momento de hablar, y denunciar toda la porquería oculta detrás, insisto, no de los periodistas, sino de los editores.
Eulogio López