Muy fuerte lo que ha ocurrido en México. El candidato perdedor en las elecciones presidenciales, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no acepta la derrota ni tampoco el dictamen del Tribunal Electoral que ha ratificado la victoria del panista Vicente Calderón. AMLO considera que los magistrados asumieron una decisión política, no jurídica y les acusa de sumisión a un grupo de privilegiados y de extremistas de extrema derecha lo que para él representa no sólo una vergüenza a la historia nacional, sino un verdadero golpe de Estado.

No está mal, porque quien verdaderamente está protagonizando el golpe de Estado es el propio Obrador con su actitud desafiante, como sostiene Mª Carmen del Río en yoinfluyo.com. Y eso a pesar de que la prensa internacional le ha dado la espalda, El País incluido, con la única excepción de Le Monde Diplomatique. Así que acogiéndose a lo dispuesto en el artículo 39 de la Constitución mexicana en la que afirma que el pueblo puede desconocer la autoridad, se tira a la piscina, convoca una Convención Nacional Democrática que le elegirá presidente el próximo 16 de septiembre. Y tira millas, porque pretende autoproclamarse como presidente de México el 20 de noviembre o bien el 1 de diciembre, fecha en la que está prevista la toma de posesión de Calderón.

Puede que estemos ante el derecho de pataleo. Porque el gobierno paralelo no contará ni con presupuesto, ni policía ni capacidad de normar. Obrador estaría haciendo ruido para regresar a su casa con la conciencia tranquila y tratar de conseguirlo en seis años. Pero puede que Obrador no sólo monte un gobierno en la sombra sino un gobierno paralelo que haga una oposición dura. Cuenta con el apoyo financiero y logístico del DF, donde el PRD es eterno. También cuenta con el apoyo de algunos empresarios que pensaron que podría ganar. Y puede incluso que cuente con el apoyo de Chávez, pero ese jamás lo desvelará porque los mexicanos son muy celosos de sus cuestiones internas.

La duda es si aguantará en esa estrategia seis años. Porque 6 años son muchos años y si la estrategia de rebelión cívica termina afectando a los negocios y a la economía en general, probablemente le terminen parando los pies.