Las tormentas de especulación de la última semana han puesto a Alemania entre la espada y la pared. Si no ayuda, teme que el problema le acabe afectando. Si ayuda, refuerza la idea de que la especulación tiene un soporte, que lo que se está cayendo nunca llega a tocar suelo.
Por eso, la canciller alemana, Angela Merkel, ha pedido a los diputados alemanes que aprueben este plan de ayudas a cambio de que ésta sea la última vez que se ayuda a un país europeo. En este sentido, Merkel propuso endurecer el plan de estabilidad, que hasta el momento fija el tope del déficit en el 3% del PIB y en el 60% el endeudamiento.
Además, la canciller cree necesario un mecanismo que prevea las insolvencias de los países e incluso la expulsión de la Zona Euro.
Y esto se hincha. Y hay tres muertos en las protestas gregas contra el plan de ajuste. Y encima, Moody's, muy oportuno, ha puesto en revisión a la baja el 'rating' de Portugal. Los especuladores, felices.