En primer lugar, porque el hombre de Murdoch, no sólo para España, sino para toda el área hispanohablante, no es otro que el ex presidente del Gobierno por el PP, José María Aznar, que trabaja para el llamado magnate australiano. Así, sin más, 'magnate', aunque lo sea de la prensa. De hecho, varios diputados socialistas ya han puesto sobre el tapete el nombre de Aznar.
Pero Rubalcaba no tiene un pelo de tonto. De demagogo sí, pero no de tonto. Y no quiere pillarse los dedos. No dará un paso al frente hasta que pueda demostrar alguno de los dos grupos acusados por el dedo del rumor de utilizar las técnicas Murdoch: grabaciones realizadas por espías retirados y otros profesionales de la materia sobre todo tipo de personas para conseguir noticias.
Sabe que no puede meterse en una batalla de corrupciones porque el PSOE en ese punto tiene más que perder, aún más que el PP, que ya es decir.
En el entretanto, se conformará con que RTVE continúe calificando como "grupo ultraconservador" al imperio Murdoch. Lo cual no es cierto, porque la única radicalidad de Murdoch consiste en ganar dinero y en fomentar el sistema de capitalismo duro que se lo permite. Simplemente, Murdoch es el arquetipo de la derecha pagana: no cree en Cristo pero sí en el Dios mercado y cree en el primer mandamiento de esa derecha pagana: el fin justifica los medios. En ese sentido sí que resulta natural pero no sé si de izquierdas o de derechas.
Sí, en España hay dos medios, ambos próximos al PP, dedicados a pagar espías para escuchar conversaciones. Y no es el poder político quien se entromete en la vida privada de la gente: ahora de la prensa, antaño encargado de denunciarlo. No es que Murdoch sea un ultraderechista, eso es una chorrada progre de Televisión Española. El problema grave es que lo del Grupo Murdoch da mucha repugnancia. Utiliza el espionaje de la vida privada, también de las víctimas del terrorismo o de la desgracia, para conseguir una exclusiva, por la convicción, tan extendida entre los señores de la prensa, de que la información no es servicio, sino poder. Esa no es la máxima del periodismo, sino de las cloacas del Estado, de sus servicios secretos.
Si yo fuera Aznar rompería toda relación con el grupo Murdoch.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com