La Fundación Carolina acaba de recibir 12,5 millones de euros de subvención estatal, en línea con lo recibido en pasados ejercicios. El mix entre financiación pública y empresarial permanece más o menos en los mismos ratios. La diferencia no es presupuestaria sino de contenidos. El actual gobierno ha optado por una presidencia de perfil alto y para ello nombró a Rosa Conde presidenta de la Fundación nada más aterrizar en el Gobierno.
Pero, además, la línea ha cambiado. El programa de la Fundación Carolina fue ideado por el entonces Secretario de Estado de Cooperación, Miguel Ángel Cortes para establecer una línea de becas para estudiantes hispanoamericanos similar a la que ya practicaba el gobierno estadounidense. Formar a la dirigencia es garantizar la capacidad de influencia española en los ámbitos político y empresarial. Un objetivo muy estratégico si tenemos en cuenta que la gran empresa española redescubrió América hace poco más de una década y ha enterrado en el Cono Sur más de 100.000 millones de euros en infraestructuras.
A diferencia de la cultura norteamericana, la Fundación Carolina fomenta el regreso a los países de origen para evitar la fuga de cerebros que recorta el capital intelectual del Continente de la Esperanza. Mientras los norteamericanos roban cerebros, los españoles obligamos a los becarios a regresar a sus países y comprometerse en su desarrollo
Los programas comenzaron en colaboración con todo tipo de universidades, también las de inspiración católica. Pero al gobierno socialista no le gustó nada la presencia de universidades como San Pablo CEU (Asociación Católica de Propagandistas) o Francisco de Vitoria (Legionarios de Cristo) en el plantel de colaboradores y plantearon en un inicio la rescisión de los convenios de colaboración. Finalmente los convenios se han mantenido, aunque seriamente recortados. Da la impresión de que todavía no han encontrado suficientes recambios, apunta un conocedor de este proceso.
Por supuesto, como se pueden imaginar, el gran beneficiado del cambio de rumbo ha sido la Universidad Carlos III regida por Gregorio Peces Barba, que compatibiliza su cargo con el del alto comisionado para las víctimas para predicar con el ejemplo el buen gobierno del Gobierno.
Además, el espíritu fundacional de la Carolina podría irse al traste si el criterio de la Secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín, se impone: Estoy harta de becar a los hijos de presidentes y demás niños de papá. La Fundación Carolina podría convertirse en la escuela revolucionaria con el patrocinio de Hugo Chávez y alianzas estratégicas con el nuevo eje del populismo indigenista hispanoamerican Kirchner-Lula-Chávez-Morales-Castro-Obrador. Permanezcan atentos a las pantallas.