El domingo escuché, en TV2, la homilía del arzobispo de Burgos, Mons. García Hellín. No tenía desperdicio, cargada, como estaba, de razón y de tremenda actualidad.
La lectura de Jesús sobre Isaías en la sinagoga de su pueblo, la oyeron, sus paisanos, con admiración; pero esperaban milagros y, al decirles: "os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra (...), muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio", se pusieron furiosos, lo condujeron hacia un barranco e intentaron despeñarle.
Hellín aplicó la reacción de los paisanos de Jesús, al tiempo presente: somos un pueblo con siglos de cristianismo; pero, en "España y en general Europa", desde hace décadas, estamos empujando a Cristo "fuera de los ámbitos cruciales de la sociedad" y los resultados han sido: "destrucción masiva de matrimonios por el divorcio exprés; decenas de miles de abortos anuales; corrupción generalizada...; millones de personas condenadas al paro y a la pobreza; padres y madres que sufren el desamor de sus hijos...".
Tras pedir que "abramos a Cristo las puertas de nuestros proyectos", etc. afirmó, tajante, que, "sin Dios, las sociedades y las personas no tienen futuro"; que, con Él, "tendremos esperanza y nuestra vida será positiva".
Josefa Romo Garlito