Sr. Director:

Seguí el debate en España, entre Rajoy y Rodríguez Zapatero. Lo primero que me llamó la atención fue  la naturalidad y sencillez de Rajoy y la frivolidad de un Presidente del Gobierno con las cejas llamativamente anguladas.

¿Buscaría llamar la atención sobre sí mismo? ¿Sería para distraer al oyente o al de enfrente? Los  planos con que presentaron a ZP, me parecieron mejores: acercaban más su rostro; pero apenas podía esbozar una sonrisa. Me pregunto cuál será la causa de las constantes invectivas de ZP a la oposición, como si él fuera oposición y no Gobierno.  

Rajoy se mostró distendido, de sonrisa fácil, relajado, seguro. ¿Y el contenido? ¿Cómo es posible que haya periodistas que den como ganador a Zapatero, siendo Rajoy el que llevaba la batuta?  Rajoy habló del común denominador que preocupa a la mayoría de los ciudadanos: el terrorismo; la invasión migratoria descontrolada, de las hordas urbanas y de su plan de integración de los emigrantes; de la subida importante de los precios; de la división de España bajo un Presidente sin claridad en el concepto de nación (así, ¿cómo va a cohesionarla?).

Zapatero estuvo regresivo, saboreando el pasado y sus reformas sociales, en las que no son sino una revolución involucionista. Hasta entre los suyos, critican su actuación. En El Mundo de Andalucía, el viejo profesor y emblemático socialista Alfonso Lazo, dice: "José Luis Rodríguez Zapatero es el peor gobernante habido en España desde que murió Franco; el único capaz de colocar como objetivo de su política la ruptura entre los españoles".

Luisa García

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