Las protestas populares en el barrio de La Barceloneta contra el exabrupto de muchos turistas sin vergüenza ni pudor comienzan a dar sus frutos. El Ayuntamiento se lo ha tomado en serio cuando las protestas han salido en televisión y en dos días se ha aplicado en la inspección y ha dado la orden de cierre de 24 pisos turísticos irregulares. El problema es el pudor, o mejor, la ausencia de pudor, muy propio de los momentos que nos toca vivir.
Tiene su gracia, no obstante, que el alcalde, Xavier Trias, llame "acciones incívicas" a las gamberradas que han sufrido los vecinos -por no dejarles, no les dejaban ni dormir o los niños veían a los turistas desnudos saliendo del supermercado- hasta que se han movilizado y han dejado las cosas en su sitio. Eufemismos para el turismo de borrachera y bacanal.
Andrés Velázquez
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