En las proximidades del Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional, Calle Orellana, 1. Miércoles 18, restaurante La Taverna Siciliana. Almuerzo en la cumbre. En la misma mesa, don Gabriel Elorriaga, responsable de Campaña del Partido Popular y, en sus ratos libres, secretario de Estado de Organización Territorial. La mano derecha de Rajoy. A su lado, Carlos Aragonés, jefe de gabinete de Presidencia del Gobierno desde hace casi ocho años. Es decir, la mano derecha de Aznar. Enfrente, Baudilio Tomé, ex director de la Oficina Presupuestaria de Moncloa y ex secretario de Estado de Ciencia y Tecnología. Otro ministrable de la era Rajoy. Y el cuarto, como no podía ser menos, José María Arriola, asesor político del mundo mundial, consejero de Aznar, Rajoy, Rato y de todos y cada uno de los altos cargos que en España han sido. 

Horas antes, ETA ha dicho que va a tener la delicadeza de matar a todo aquel que pueda, salvo que hable catalán. 'Flashback': en buena teoría política (una contradicción 'in terminis', lo de teoría y política) estamos hablando del halcón Carlos Aragonés y del aznarismo, partidarios de la mano dura con socialistas, nacionalistas y demás 'istas', frente al marianista Elorriaga, "la sonrisa del Régimen". Sin embargo, ambos compiten, y Arriola con más entusiasmo que ambos, en las posturas más rígidas: a los nacionalistas ni agua, ruptura del plan antiterrorista, castigar, no a Maragall, ni a Carod-Rovira, sino a Rodríguez Zapatero, por su debilidad manifiesta. Los cuatro están de acuerdo en que la estrategia de la radicalidad ofrece muy buenos resultados y que tenderle una mano a los nacionalismos moderados constituiría un grave error en vistas del 14-M. 

Es más, consideran peligrosa la actitud de algunos barones socialistas como el extremeño Rodríguez Ibarra o el manchego José Bono, a los que el Gobierno tripartito catalán gusta bien poco y que parecen los únicos capaces de conjugar, dentro del PSOE, socialismo y patriotismo. 

Lo gracioso es que los cuatro comensales, especialmente Elorriaga y Arriola, se autodefinen como "progresistas en lo social". Simplemente, consideran que el patriotismo comienza a ser muy rentable. Y lo malo es que hay tanto Juan Español asqueado de los nacionalismos que, probablemente, los halcones del PP tengan razón. Así pueden ganar las elecciones, otra cosa es lo que le ocurra al país con esta permanente estrategia de la tensión.