Sin embargo, según ha podido saber hispanidad.com de fuentes cercanas al servicio de inteligencia español, las declaraciones de Sáiz no son compartidas por sus subordinados. En efecto, los espías españoles consideran un suicidio abrir un proceso de negociación, cuando según las informaciones de las que disponen no existe voluntad alguna por parte de la banda para realizar un abandono definitivo de las armas.
Más bien todo lo contrario. Las informaciones con las que trabaja el servicio de inteligencia español son que la banda podría recrudecer los atentados y que los chicos de la gasolina parecen haberse hecho con el control frente al sector partidario de la negociación y la pacificación. El sanguinario Txeroki se hace con el poder en la banda, mientras que ETA expulsa a quienes abogan por el diálogo y celebra a su manera la Operación Salida.
Por supuesto, en esta disparidad de criterios no tiene nada que ver que Sáiz haya sido nombrado por el gobierno.