Sr. Director:
A menudo se transmite una imagen distorsionada de la Iglesia, como si se tratara de una organización que se ocupa de cuestiones espirituales relacionadas con el más allá, pero que ocasionalmente se pronuncia sobre temas sociales de especial relevancia.

Unos aplauden sus pronunciamientos y otros los critican, pero la idea de fondo es siempre que lo humano y lo religioso son ámbitos radicalmente distintos. La Declaración sobre la crisis presentada por la Conferencia Episcopal contradice de raíz esos planteamientos.

También los contradice la Declaración que ha hecho la Iglesia sobre la responsabilidad de ciertos nacionalismos, que desgraciadamente con frecuencia se confunden el bien común con el bien regional (nacional) cuando no particular.

Jesús Domingo Martínez