Este verano he podido viajar a Santiago, he ganado el jubileo del Año Santo Jacobeo que era el principal objetivo de mi viaje. Durante mi estancia en Santiago he visto miles de peregrinos, casi todos cargados de un verdadero dinamismo espiritual.
A posteriori, ya en mi ciudad, me ha sorprendido que en ocasiones aparecen numerosas informaciones sobre el Camino en las que se prescinde de su verdadero dinamismo espiritual y que se quedan en la anécdota sin rozar apenas el Misterio ni apuntar hacia la categoría. Pienso que es una pena, porque miles de jóvenes y mayores, que peregrinan masivamente hacia Santiago, aportan también un elemento cualitativo de gran interés social. Ellos están sabiendo leer el signo de los tiempos, están siendo un signo de esperanza para tantos hombres y mujeres desesperanzados y nos están llamando a todos a vivir con conciencia de ser peregrinos, es decir, a ponernos en camino y a no instalarnos en el estrecho margen de las propias y limitadas aspiraciones. Al menos esta ha sido mi impresión.
Lástima que no siempre se de esta buena imagen, tal vez porque la que se busca es la otra.
Jesús Domingo Martínez