Sr. Director:
Hay que darle toda la razón al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuando afirma que la fe y la moral no se legislan. En esto concuerda con la propia Iglesia a la que trata de denigrar: Juan Pablo II ya dijo que la fe no se impone, sino que se propone.El problema de Zapatero es que ni siquiera se ha dado cuenta de que él mismo se contradice y que durante su legislatura, con el pretexto de "extender derechos", se ha ocupado de legislar su propia "fe" y su propia "moral", es decir, su laicismo radical y su relativismo, tal y como se desprende de las "leyes estrella" que tanto le satisface recordar como, por ejemplo, la disolución del matrimonio natural al borrar del Código Civil la nación de "marido" y "mujer" para hacer posible, de esta manera, el "matrimonio entre homosexuales".
De la misma manera, el "derecho" a investigar con embriones humanos en nombre del progreso de la ciencia, es una forma de legislar una "moral científica" que supone la muerte de unos para curar, supuestamente, enfermedades de otros privilegiados, cosa que ni siquiera se ha podido probar.
Lo mismo puede decirse a propósito de la reforma de la ley de educación, que ha permitido a Zapatero introducir una asignatura destinada a imponer un tipo de moral contraria a las convicciones de los padres y al espíritu y letra de la propia Constitución. Ahí sí que está el "ADN de la democracia", que Zapatero ha desvirtuado. Lo que ocurre es algo muy simple: Zapatero, su partido y su Gobierno, no tienen principios morales y sólo les preocupan los que tienen los demás en la medida que dejan al descubierto sus falsedades. Con gobernantes sin principios nos podemos preguntar ¿Qué nos deparará con su mayoría durante la nueva legislatura?
Xus Do Mar
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