Nadie tiene derecho a violar nuestra vida privada y mucho menos Google. Su presidente Eric Schimdt ha ido demasiado lejos al declarar que quiere organizar nuestras vidas y decidir lo que debemos hacer en nuestro tiempo libre.

Los colectivos de defensa de la intimidad rechazan que el famoso buscador de Internet se convierta en el Ojo que todo lo ve y todo lo controla, a través de Google: la página de inicio personalizada con acceso al historial de búsqueda del usuario, al correo electrónico de o a su calendario. La empresa estadounidense pretende crear la más completa base de datos de informaciones personales sobre los usuarios de Google.

Pero dentro de poco tendrá más poder. Si consigue adquirir la compañía en la Red DoubleClick. El buscador quiere comprarla por 3.100 dólares. Esta agencia de publicidad es capaz de diseñar la imagen del comportamiento de una persona combinando su historial de búsqueda con la información de los cookies, software que permite conocer los intereses de los usuarios según las páginas que visitan.

Los defensores de la privacidad piensan que la acumulación de datos personales en Internet supone una invasión clandestina de las libertades.

Es escandalosa la cantidad de información que ya maneja Google gracias a sus múltiples bases de datos: desde los contenidos de los correos electrónicos hasta las búsquedas de los usuarios o los detalles de las tarjetas de crédito en su sistema de pago por Internet.

Clemente Ferrer Roselló

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