El coste total de una televisión que compite con las privadas como si fuera comercial se eleva a 1.200 millones de euros. Las privadas exigen que el Gobierno limite la publicidad de la pública

Cada vez que el responsable de una televisión comparece ante los medios, es ineludible la referencia al debate sobre el modelo de televisión pública. En la mañana del miércoles era precisamente el máximo directivo de la televisión estatal, Luis Fernández, quien acudía a la cita con el Foro de la Nueva Comunicación. Entre el público, Alejandro Echevarría, presidente de la asociación de televisiones privadas (UTECA) intervino para tender su mano. Echevarría se mostró a favor de la televisión pública pero urgió a concretar las funciones de la pública.

Claro que las privadas están molestas con una televisión que tiene el respaldo de las arcas públicas, por ejemplo para financiar un ERE, para subvencionar los 415 millones de pérdidas de 2007 o comprar derechos de espectáculos deportivos. Sin ir más lejos, TVE pagará 30 millones de euros por los 18 partidos de Champions League de la próxima temporada. A Fernández le parece barato, ya que Antena 3 pagó 29 millones por 13 partidos en la última temporada.

En cualquier caso, el presidente de la Corporación parece satisfecho con el modelo español de televisión pública, cuyo coste estima en 1.200 millones de euros anuales. Descarta el modelo Sarkozy de financiar la pública con los impuestos de las privadas y el modelo BBC de una televisión sin publicidad, aunque con un canon por cada aparato que se vende. A favor de su postura añade que las televisiones públicas cuestan en Alemania 88 euros por habitante, en Reino Unido 85, en Francia 28 y en España 13 (el resultado de dividir entre cada habitante la subvención del Estado para sufragar las pérdidas).

Con estas cifras, el presidente de RTVE no duda en defender el cambio de imagen corporativa de esta temporada. Fernández se resistía a dar la cifra y puso paños calientes antes de pronunciarla: "Los datos publicados son falsos". "Es muchísimo menos de lo que podría haber costado" o "era un cambio obligado y necesario". "Pero ¿cuánto?", le insistía incluso su amigo Gabilondo. Y, por fin, lo dijo: 750.000 euros.