Cuando me preguntan cómo identificar a mis queridos progres, pongo siempre el mismo ejemplo, al menos válido para los lectores españoles de Hispanidad.com: El País sería el progresismo de medio izquierda y El Mundo el progresismo de medio derechas. Lo de menos es el apellido, lo de más, por muy enfrentados que estén ambos diarios (primero y segundo de España en difusión), es que son como dos gotas de agua. Por ejemplo, observen al diario El Mundo, ese cuyo mentor, Pedro J. Ramírez, se ha convertido, gracias a Federico Jiménez Losantos, en un referente del pensamiento católico, en su calidad de tertuliano de la COPE. Edición del martes 31 de agosto (¿Por qué ir más lejos?). En su segunda página, la dedicada a comentar los rostros del día (otra copia descarada de los rostros que se inventara Luis María Ansón en ABC), los chicos de Pedro J. enaltecen al archifamoso PC (prestigioso científico) Robert May. ¿No me digan que no han oído hablar de Robert May? Pero chico, chico, cuánta ignorancia. Pues eso, que Robert May, presidente de la PIC (prestigiosa institución científica) Royal Society de Londres, ha enviado una petición formal (es decir, ha presionado) a Naciones Unidas para que no prohíba la clonación terapéutica. Según la progresía capitaliza de Pedro José, esto supone una "valiente defensa de la libertad científica".

 

Y yo me pregunto, ¿por qué los progres serán tan horteras? Hagan lo que hagan siempre terminan en la cursilería ‘pedrojotesca' más estridente. Que la Royal Society coaccione a Naciones Unidas (que tampoco necesita mucha coacción para ceder) en la fabricación artificial de seres humanos destinados al matadero en su primera fase de vida individuada, no tiene nada de extraño. El Reino Unido es un país en decadencia, dispuesto a aceptar cualquier barbaridad, incluidos los campos de exterminio, siempre que sea rentable y pueda cotizar en la City. Si el Gobierno de Londres ha sido el primero en apostar por la clonación, lo extraño sería que Robert, de la Royal Society, no apuntalara la estúpida decisión de su Gobierno, que es la suya propia. De otra forma, debería haber dimitido.

 

La progresía de Pedro J. es, como todas las progresías, una estafa. Lo que El Mundo está propugnando es crear seres para destruirlos en nombre de una supuesta terapia de otros seres humanos de igual valor que el primero, y lo que el PC Robert May está diciendo es que le gusta ser como Dios, que es lo primero que le dijo la serpiente a Eva cuando el desagradable incidente de la manzana. Naturalmente, May nos hace la siguiente apreciación o matiz (originalísima, oiga usted), más que nada para que veamos que no es un extremista, no señor: Sí a la clonación terapéutica, no a la  clonación reproductiva. Pedro J. Ramírez, siempre pendiente de la actualidad, le apoya con denuedo. Ocurre, sin embargo, que la clonación terapéutica es aún peor que la reproductiva. De ésta no sabemos lo que puede surgir, pero al menos es para la vida. La otra, la terapéutica, se hace para asesinar.

 

Y también es una estafa porque hace apenas un año todo el mundo, todo el planeta, toda la humanidad, especialmente los científicos, ni se planteaban la clonación humana. El mismo creador de la oveja Dolly se apresuró a afirmar que la clonación humana (terapéutica o reproductiva) era una barbaridad. Entonces, la progresía y los científicos empeñados en convertirse en dioses, hablaban de utilizar los embriones sobrantes de la reproducción ‘in vitro', con el mismo generoso propósito de curar enfermedades (¡Cuán hermoso, Lionel!). Ahora, unos y otros, científicos y periodistas, se retroalimentan. Robert May porque quiere ser como Dios, y Pedro J. porque se ha juramentado para ocupar el papel de Dios, que dirige un Régimen que no se renueva desde el comienzo de los tiempos, lo  cual demuestra, sin lugar a equívocos, su carácter escasamente democrático.

 

Pero hay más. En la página de al lado, Pedro José, el progre capitalista, nos recuerda "los derechos de los homosexuales, un ‘test' para el PP de Rajoy". La verdad es que no hay test alguno, sino otra coacción: "Mariano, muchacho, o apruebas el matrimonio gay o no eres derecha moderna, sino anticuada y cavernícola". "Mariano, muchacho, sé como Gallardón, como Zaplana o como Piqué, sé un tipo moderno". La verdad es que Mariano con tal de mantenerse en el poder y trabajar lo justo, sin estresarse, es capaz de aparentar moderno y hasta modernísimo, porque don Mariano, para que nos entendamos, es un señor al que los principios le entran por un oído y el salen por el otro sin perforar los tímpanos. Rajoy es un tipo bastante progresista en su manera de pensar. Por ejemplo, primero concluye lo que le conviene (para mantenerse en el coche oficial, se entiende) y luego busca las premisas que llevan a dicha conclusión. Rajoy tiene pocas ideas, pero confusas y muy arraigadas, actitud que la gente suele confundir con el punto medio (donde radica la virtud, pero no siempre la verdad, confusión ésta harto peligrosa). Por eso, don Mariano ya dijo lo que pensaba respecto al matrimonio homosexual: Sí al matrimonio pero no a la adopción de niños, lo que recuerda aquella famosa frase de "no se puede estar un poquito embarazada ni ser un poquito maricón: O se está o no se está". Porque, el principal objetivo del matrimonio, además de la mutua entrega, es la procreación y educación de la prole. Así que si se admite el matrimonio, hay que admitir la adopción, y lo ético es no admitir ninguna de ambas cosas.

 

Por cierto, una sospecha: En la misma edición, en la misma página, El Mundo golpea al ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, por comparar a Churchill con Bush. Posiblemente sea una exageración, pero sorprende que el progresismo de medio izquierda y el progresismo de medio derecha se hayan unido para masacrar a George Bush en las Presidenciales norteamericanas, esas elecciones en las que votamos todos los habitantes del Planeta (o al menos deberíamos votar). Quizás sea, no por la Guerra de Iraq, sino porque George Bush, imitando al argentino Carlos Menem, e incluso ampliando la temática, pretende llevar a la Constitución norteamericana tanto la prohibición del aborto como el matrimonio homosexual. Eso es lo que realmente no le perdona la progresía. Lo de la guerra de Iraq da la impresión de que les importa muy poco.

 

Eulogio López