Sr. Director:
Uno ya no sabe a quién creer. Ahora resulta que Felipe González, como Aznar, también pagó a un "lobby" para obtener prebendas y publicitarse o "abrir mercado", en este tipo de casos políticos. No, si a este paso, va ser costumbre habitual casi obligada e institucionalizada de los sucesivos gobiernos de cualquier color e ideología.
Pues, yo no creo que sea necesario y obligado. Por cierto, Aznar se molesta visiblemente cuando le preguntan por el tema de la medallita de marras. Los ciudadanos consideran que de nuevo se les ha tomado el pelo ocultando información de algo que, al fin y al cabo, sale de los Presupuestos Generales del Estado, o sea, de un partida originaria de Hacienda -que somos todos- y, por ello, derivada de la recaudación de los impuestos que los sufridos contribuyentes pagamos. Tributos que resignada o depresivamente abonamos de nuestro bolsillo para el mantenimiento del Estado del Bienestar y que exigimos se materialicen en mejoras en todo sector, pero no para que un otrora presidente de Gobierno se luciera publicitariamente recibiendo una medalla que salió carísima -unos cuantos milloncetes que, por supuesto, no pagaría él de su bolsillo-. Millones que podían haberse usado en cosas necesarias para los ciudadanos: Servicios Sociales, Educación, Sanidad... esto hubiera sido primar el interés público en vez del privado.
A la de una: El uso y el abuso de estos métodos de marketing mediante "lobbies" privados por parte de
A la de dos, que para lograr una medallita, aplausos, publicidad, propaganda y la fotito de rigor, haya que pagar esa animalada de millones -que aún siendo la medalla de oro macizo no los vale- me parece aún más penoso.
A la de tres, que Aznar no se merece ni esa medalla -aunque nos hubiera salido gratis- ni ninguna otra es más que obvio: su intervención en la guerra de Iraq y la ocultación de documentos del 11-M no fueron transparentes. Su causa se ha llevado ante el Tribunal Internacional de
Y a la de cuatro, siempre habrá alguien que bueno te hará: Felipe a Aznar y éste a Bono. Al fin y al cabo, lo del manchego es "pecatta minutta", una imprudencia propia de un Sancho Panza en su particular ínsula Barataria ministerial o una chiquillada de la que se arrepintió y rectificó después. Y es que hasta las medallas tienen categorías. Pero la de Aznar se lleva la palma en cuanto a improcedente, inmerecida, desproporcionada y despilfarrante. Encima él niega y perjura con su habitual chulería. ¡Vivir para ver! ¡Menos medallitas y más trabajar!
Josep Esteve Rico
ricosogorb@cjav.org