No se habla de otra cosa que de los bonos patrióticos de la Generalitat catalana. Emisión de entre 1.000 y 2.000 millones de euros para (sic) poder pagar a los funcionarios de la comunidad. Mala empresa o institución es la que se endeuda para pagar la nómina pero es que, además, en este caso el problema son los precios.
Se trata de una emisión fuera de mercado que ofrece una rentabilidad del 4,75%. Pero no es fuera de mercado, sin la garantía del Reino de España, es decir, el Gobierno autónomo se lo ofrece a los bancos para que, a su vez, lo coloquen entre sus clientes particulares. Y por esa sencilla labor, los bancos y cajas recibirán nada menos que un 3%. Por cierto, sin asumir riesgo alguno.
Total, que el coste para el emisor, o sea, para el contribuyente catalán, que es quien deberá hacer frente a la misma, es del 7,75%. Las comparaciones son odiosas pero esclarecedoras: el bono español a un año se coloca ligeramente por debajo del 1,3% y el bono alemán al 0,7%. Y aún así, los analistas ven problema de colocación.
No sólo eso, los analistas valoran como posibilidad, a la baja, de la independencia de Cataluña. Con ello, se hundiría el riesgo financiero catalán, que nos dispondría del respaldo español. No, no es una exageración: el análisis financiero mira al largo plazo incluso para juzgar el corto. Si se contempla la posibilidad de catástrofes naturales a la hora de ponderar el riesgo, ¿por qué no contemplar la hipótesis de la independencia catalana a que pregonan parte de CIU y toda ERC, miembro del Gobierno emisor?
No es de extrañar que ahora el líder convergente, Artur Mas, haya puesto el grito en el Cielo, asegurando que Montilla debía haberle advertido de tan singular iniciativa. CIU acusa al Tripartito de colocarle en una situación de asfixia financiera cuando, previsiblemente tomen el poder el próximo día 28 de noviembre. Y eso en periodo de crisis donde los políticos obligan a la ciudadanía a apretarse el cinturón para reducir el déficit y la deuda públicos.
Y lo malo es que hay problema de contagio. Otras comunidades podrían sentir la tentación de operar de la misma forma. Y entonces, bueno, entonces la deuda se multiplicará.
Eulogio López
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