La montaña parió un ratón. Tras meses de debates entre políticos y expertos, la Unión Europea aconseja separar, de hecho o de derecho, generación, transporte y distribución.

¿La energía nuclear? Que cada país haga lo que quiera. Y, por supuesto, mucha energía renovable.

Muy lógico, esto último, dado que, como ocurre en España, las energías renovables, especialmente la eólica, no viven de lo que producen sino de las subvenciones públicas. De otra forma, no son rentables. Por tanto, se ha creado un poderoso lobby de empresas de aerogeneración, que no está dispuesto a que se reduzcan esas inversiones. Un lobby al que le importa tanto el medio ambiente, que no es capaz de salvaguardarlo si no es con dinero de nuestros impuestos. Eso, por no hablar del tema más tabú de todos: las energías renovables han creado una bolsa de corrupción galopante. Hay muchas fortunas, en toda Europa, creadas de la noche a la mañana, tras recibir una licencia para obtener molinillos. Es famoso el caso del fisioterapeuta de un político autonómico, que ha hecho su fortuna con un regalo de su paciente: licencia para un campo de generación. Al día siguiente lo había vendido a un operador.

Lo que Europa necesita es suministro de Energía. En segundo lugar, energía barata, en tercer lugar, energía limpia. Pero por ese orden. Kyoto ha supuesto la mayor estupidez tontiverde de la historia reciente en materia económica, pero Bruselas, insisto, no quiere darse por enterada. La alternativa lógica era prescindir de las soflamas verdes y apostar por el carbón y la energía nuclear, dentro de un mix lo más amplio posible, pero con preponderancia de ambas energías, las más baratas, las mejor regulables y en las que no existen carteles amenazadores.

Veamos:

1. La OPEP es un conjunto de once tiranías que intentan hacer todo el daño posible a Occidente.

2. Se está creando una segunda OPEP, la del gas, el combustible tontiverde de moda. En concreto, Rusia, Argelia e Irán esta tercera pata es de la que menos se habla pero las más importante- intentan crear una OPEP del gas aún más chantajista que la del petróleo, tanto con Europa como con todo Occidente.

3. Las aerogeneración así como la energía fotovoltaica, solar (no es lo mismo) o la biomasa dan de sí lo que dan de sí, no más.

4. Las nuevas técnicas de carbón consiguen emitir menos azufre.

5. Los nuevos reactores nucleares son más potentes, más duraderos y más seguros.

6. El problema de la contaminación no es la energía, sino el transporte. Si Bruselas quiere ser verde, y no tontiverde, lo que tiene que hacer es financiar la investigación sobe los nuevos sistemas de propulsión de vehículos, o sea el biodiesel, hidrógeno, etc.

En el entretanto, seguiremos siendo prisioneros de:

1. La demagogia. Por ejemplo la expresada por la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, al renunciar a la energía nuclear porque las encuestas dicen que les podría quitar votos.

2. La costosísima energía eólica y otros experimentos que pagamos entre todos y de los que se aprovechan los cazadores de subvenciones públicas.

3. De unas tarifas energéticas caras.

4. Del panteísmo ecologista, que nos quiere hacer volver a la caverna aunque ellos no volverán jamás.

5. De majaderos como Hugo Chávez o personajes tan peligrosos como Vladimir Putin.

Pero eso sí, somos políticamente correctos, somos ecologistas, somos tontiverdes.

Eulogio López