Palabras de Joaquín Almunia, un europeísta: "lo que decidimos en Bruselas nos concierne de la misma forma que las decisiones tomadas por los gobiernos de Madrid, Roma o Berlín".

Pues no, señor Almunia, ese es el error. La construcción de Europa no es una mera cesión de soberanía, especialmente porque la soberanía implica que los ciudadanos a ella sometidos son iguales antes la ley. Y resulta que un español cobra la mitad que un británico y el salario mínimo español es la mitad del francés. Ergo no son iguales.

Volvamos a los criterios de quiebra de un banco: Joaquín Almunia recuerda que Bruselas elaboró una serie de directrices para ayudar a bancos. Hay un criterio que está hecho desde el principio de la crisis. El coste para el contribuyente, de dinero público, en una reordenación bancaria, no debe ser superior al coste para el contribuyente de una liquidación ordenada de dicho banco y siempre que la entidad no sea sistémica.

Almunia asegura que ese criterio se ha aplicado en algunas ocasiones. Caso West LB, el banco regional alemán, que se está liquidando. Es un buen ejemplo, sin duda, porque se trata de una entidad respetable, del tamaño de Bankia. Pero aunque Almunia insista lo cierto es que no hay muchos ejemplos más.

Y volviendo a España, Almunia propone lo siguiente acerca de las preferentes: de las perpetuas que se encargue la entidad. Ahora bien, ¿qué pasa con las preferentes, no perpetuas, o con los obligacionistas, bonistas, etc.? Y ahí se raja: asegura que conviene buscar una solución a los suscriptores de preferentes. Pues entonces volvemos a lo mismo: hay que salvar a todos los bancos, a todos los inversores, a todos los rentistas.

En cualquier caso, pasando a la actualidad más rabiosa: los suscriptores de preferentes, según Almunia, no tienen nada que ver con AFINSA. ¿Seguro? En ambos casos unos inversores pusieron su dinero alentados por la alta rentabilidad de los productos.

Pero todo esto no es lo peor. Lo peor es que busquemos la Europa bancaria, que significa eso, que Europa se convierta en un banco, donde no hay trasferencia de fondos desde los países ricos a los pobres sin otra trasferencia de créditos. Esto significa que son los pobres los que pagan -intereses- a los ricos-. El resto de conclusiones surgen por sí solas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com