A ver, muchacho : Diario de Sesiones, sesión plenaria del miércoles 10 de mayo.
Se discute el Proyecto de Ley de Reproducción Humana Asistida, la ley nazi de Rodríguez Zapatero, defendida por la ministra de Sanidad, Elena Salgado, que arrastra su tristeza y su malhumor habituales, producto, sin duda, de su práctica vegetariana.
Para opinar y legislar sobre asunto tan relevante, toma la palabra en primer lugar don Luis Mardones, del grupo canario, un personaje que entró en la Cámara poco después de que se moldearan los leones del Congreso, con cañones fundidos de la Guerra de África. Lo primero que el señor Mardones deja claro es que su grupo es progresista y que, en orden a tan sagrado valor, mi grupo no sería progresista ni se adecuaría a las exigencias actuales si no apoyara la clonación terapéutica como una forma de solucionar problemas. Mardones es tan progresista que pertenece al club de Groucho Marx, cuando afirmaba aquello de estos son mis principios, peor si ni le gustan, tengo otros. El grupo canario es enormemente práctico, y le preocupa tanto el bienestar de sus electores que te cambia la clonación por 100 kilómetros de carretera en Gran Canaria.
Quizás por ello, Mardones concluye que, aunque está en contra de la clonación, que conste, acepta la clonación terapéutica porque pude curar enfermedades como el Alzheimer o la diabetes- empiezo a crear que tanto repetir lo de la diabetes, lo que realmente cura los bebés medicamentos o utilización de embriones humanos como cobayas no es la diabetes física, sino la diarrea mental de no pocos políticos.
Mardones, impasible el ademán, rechaza, con toda la firmeza que le ha pedido imprima el PSOE los tres kilómetros de carretera en gran canaria, supongo- la enmienda del Senado que reducía a 3 el número de óvulos fecundados es decir, embriones, es decir, seres humanos con su identidad genética propia-: He hablado con especialistas y conozco casos personales pertenecientes a la intimidad familiar en los que ha habido que realizar cuatro, cinco o seis nuevas implantaciones. No acabo de entender muy bien es lo del imperativo. ¿Cuatro, cinco, seis? Y porque no uno. Porque la mayor trampa de la fecundación artificial, que las tiene, más que un teatro chino, son los abortos selectivos: los médicos no quieren fallar, la señora quiere tener un hijo a cualquier precio, todo confluye: introduzcámosle tres, cuatro, cinco o seis embriones. ¿Qué ocurre si todo marcha bien? Pues que la señora no quiere tener mellizos, trillizos, cuatrillizos, y los médicos se prestan, todo sea por el cliente, a aniquilar a los menos aptos: pura eugenesia prenatal. ¡Mardones, eres el más grande!
Pasando de largo por las aportaciones de los grupos nacionalistas y de Izquierda Unida, preocupadísima esa última por la elaboración de leyes laicas, tras la avalancha de leyes clericales que ha promulgado el Congreso. Buenísima la aportación de Esquerra Republicana sobre los bancos de semen, con una enmienda en la que el grupo más progresista del mundo mundial introdujo una enmienda en la que se modificaba la horrísona palabra varón por la mucho más progresista de persona. Ahora bien, si se trataba de la guarrindongada de masturbarse para llenar bancos de semen y aspirar por una módica aportación al título de padre de la nación, ¿cómo podía sustituirse el pérfido término varón? Todos sabemos, al parecer menos ERC, que las mujeres han progresado un montón de montones durante la última centuria, pero, por el momento, no han logrado producir semen, aunque el éxito se espera a cada instante.
Llegamos por fin a la diputada Roldós Caballero, del Grupo Popular. El PP de Mariano Rajoy es un fiel reflejo de aquella frase del senador José Prat: Siempre que alguien dice que dos más dos son cuatro, y un pelele le responde que dos más dos son seis, surge un tercero, que en pro de la moderación y el diálogo, acaba concluyendo que dos más dos son cinco. El Partido Popular es esclavo de su famosa ley de noviembre de 2003, obra de la ex ministra Ana Pastor, mediante la cual se abrió la puerta a la manipulación de embriones humanos. El prestigioso científico Bernat Soria no dudó en aplaudir al PP, que, al comenzar a caminar por el noble sendero del homicidio se sintió muy reconfortado, mucho más progresista. Ahora, ya no pude desdecirse. Pero Roldós habla de que el Gobierno anterior pretende borrar los grandes avances del Partido Popular, cuando lo cierto es que el PSOE, hace lo mismo que el PP pero a lo bestia, sin limitación alguna. El PP mataba poco, pero mataba; el PSOE está dispuesto a matar a mansalva.
Y lo miso con el merado de embriones y de material genético : Roldós acusa al PSOE de mercantilismo del cuerpo humano y de eugenesia. Muy cierto, sólo que ellos empezaron, con la Ley Pastor. Roldós, una buena parlamentaria prisionera de sus complejos y de la historia de su partido, también recuerda a la ministra Salgado, la verdad señera de que la ley ni tan siquiera aborda la solución lógica y ética: la utilización de células madre adultas por ejemplo, bancos de cordones umbilicales- que son los que realmente han curado enfermedades. Un buen detalle de Roldós, cuando recuerda que las células embrionarias, es decir, matar a una persona para curar a otra, no han curado a nadie, absolutamente a nadie, mientras que las células madre adultas, esas que proponen los científicos con sentido común y la Iglesia. Ahora bien, entonces, señora Roldós, ¿Por qué aceptar que se reviente a los embriones sobrantes de la fecundación artificial (FIV) en lugar de terminar con el origen del mal, es decir, con la fecundación artificial en sí misma o, al menos, reducir la implantación a uno solo?
En la misma línea centro reformista, Roldós solicita bancos de ovocitos. Vuelve la utilización espuria del eufemismo. Mire usted: el ovocito no es más que el óvulo, de la misma manera que el preembrión no es más que el cigoto antes de la implantación. Pero lo que otorga identidad individual al hombre es su esencia genética, no su implantación en el útero. Yo soy yo, esté en el despacho, en mi casa o en el Santiago Bernabéu. Simplemente, sucede que ustedes muchos complejos y no se atreven a decir lo que tenían que decir: No a cualquier troceamiento de embriones, cámbiese por utilización de células madre adultas; no a la FIV o, al menos, a la implantación en la mujer de más de un sólo embrión; no a la clonación y no a los donantes de semen u óvulos, pues toda persona tiene derecho a saber quién es su padre y su madre, y todo padre y madre debe responsabilizarse de su prole.
Y así llegamos al diputado Fidalgo, del PSOE, flor de la sabiduría y la ciencia en este debate. La primera conclusión científica de don Alberto Fidalgo Francisco nada menos- del Grupo Socialista, la primera revelación de Fidalgo en una ley sobre reproducción asistida es que el PP es prepotente y por eso perdió las elecciones de 2004. Sentada esta premisa, todo lo demás viene por sí solo. Fidalgo tiene muy claro que la que debe servir para que las mujeres puedan cumplir su deseo de tener hijos biológicos cuando ellas quieran, con quien quieran y como quieran. Esto recuerda la famosa frase de la Pasionaria: Hijos, no maridos. O la más moderna del más moderno Yasir Arafat, cuando le pedía 10 hijos a cada mujer palestina, cinco para mí y cinco para vosotras. Y es que la guerra contra el sionismo exige mucho.
A continuación, y tras insultar un par de veces a la señora Roldós, más que nada para enseñarle humildad y reducir su prepotencia, don Alberto, largos sean sus días de ciencia- nos explicó que todo eran prejuicios religiosos que la peste tampoco se paró ni con el miedo ni con el agua bendita, un descubrimiento que a todos nos ha edificado mucho.
¿Y qué tiene que ver Galileo con la reproducción asistida? Ahora lo verán. Lo cuenta su señoría Alberto Fidalgo Francisco : Sólo la razón al servicio del trabajo científico y de la ética han llevado a nuestro entorno privilegiado a una esperanza de vida superior a los 80 años, por cierto, duplicando las del tiempo de las higueras, el de Galileo y Copérnico. A ver Fidalgo-Paco, príncipe, un momentín: En primer lugar, no está bien citar a Copérnico, cura polaco, verdadero descubridor del heliocentrismo, anterior a Galileo, fidelísimo a la Iglesia y al dogma, que no tuvo ningún problema ni con inquisiciones ni con hogueras, en segundo término. Luego, que no antes, de Copérnico viene Galileo, que tampoco murió en la hoguera sino rodeado de higueras, (¡Maldita sea, a los progresistas siempre nos tienen cogidos con ese repugnante argumento, que nos roba un mártir de la ciencia!), en su palacio bueno, no era suyo, sino prestado por los curas-, a cuerpo de rey, despreciando a sus hijas, a las que hundió en la depresión, como el perfecto cabronazo y soberbio que siempre fue.
El final, claro, la más pura horterada corrió a cargo del mismo don Alberto, portavoz socialista: Con esta ley que aprobaremos dentro de un par de horas haremos a la gente mucho más feliz. Y con esta originalísima cursilada, quedó sancionada una norma que no va a hacer feliz a nadie, va a matar a muchos indefensos y que, eso sí, habría hecho las delicias de Adolfo Hitler.
El eufemismo, que no la claridad; la terminología, que no los conceptos, se han apoderado del debate parlamentario. Esto no quiere decir que nuestra clase política esté poblada por gente superficial, por mucho que lo parezca, simule y aparente. La explicación real debe radicar en algún otro lugar. Es sólo que, por el momento, no tengo la menor idea.
Y aquí tenemos a España, paraíso mundial del aborto, gracias a D. José María Aznar, convertida ahora en paraíso mundial de la mataza de embriones, por mor de su sucesor Rodríguez Zapatero, Pero no se preocupen, nadie saldrá a la calle. Así nos va.
Eulogio López