El otro día soñando, creí jugar a ser Dios. Empecé creando (como lo hizo Él lo hacia yo) y fui haciendo plantas nuevas, como las de lima y limón; estaba bien eso de ser como Dios.
Después avancé un poco y tocaba el turno de los animales, y que fácil resulto ser como Dios. Crucé varias razas y hasta especies con buen resultado; ¿porqué no?
Era en un sueño, era muy fácil ser como Dios. Ahora toca la hora del ser humano; el culmen de la creación; y también con esto jugué un poco como ser Dios.
Empecé controlando la natalidad y bajo el manto de la compasión fui viendo parejas de hombres y mujeres sin hijos que deseaban ser padres y en un laboratorio manipulando un poco un niño de ojos azules; jugando a ser Dios.
¿Por qué no quitar sufrimiento a esos abuelos que se creen un estorbo? Que se duerman tranquilos para siempre, ¿por qué no? Y lo más brutal, lo que no haría ni Dios, quitar a la madre la vida de su hijo; me desperté del sueño y vi que era real.
¿Por qué no dejar a la naturaleza seguir su curso y dejamos que Dios sea Dios?
Mª José García Mahave