Silvio Berlusconi no deja de sorprender: ahora ha decidido que Italia vuelva a la energía nuclear, siguiendo los pasos de Gordon Brown en el Reino Unido. Y eso que tiene un referéndum en contra.

Con un Sarkozy empeñado en relanzar el poder nuclear francés, España se queda sola en su renuncia a la energía nuclear, mientras el precio de la luz nos hace menos competitivos y nos hace batir marcas de emisiones de CO2. A estas alturas, más que debates hacen falta decisiones. Y por cierto, el nuevo ministro de Industria, Miguel Sebastián apoyaría de buena gana la energía nuclear, pero es prisionero de su pasado. O mejor, del pasado de Zapatero... y del PP, que mantuvo la moratoria nuclear.

Y lo malo es que el tiempo se acaba. Como recordaba el consejero delegado de Gas Natural, José María Villaseca, si se produce un cambio de dirección -que no se ha producido- habrá que esperar 10 años hasta el primer MW.

Y cada minuto que pasa perdemos competitividad y tecnología en un triple sentido:

1. La nuclear es la energía de los pobres: la más barata. Precisa de mucha inversión pero no hace más millonarios a los millonarios a costa de las tarifas y los impuestos de todos.

2. La nuclear es la energía más ecológica, la mejor lucha contra el calentamiento global. Es, además, absolutamente necesaria para desalar agua de mar en grandes proporciones.

3. Es la energía que posibilitará el paso hacia el hidrógeno y la fusión.

Sólo un demagogo de la talla de Rodríguez Zapatero puede fiar total planificación energética a molinillos, plazas solares que, por el momento, han conseguido, eso sí, afear el paisaje y vaciar los bolsillos de Juan Español.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com