En cuanto a los datos de la nupcialidad en España, está cayendo preocupantemente el número de nuevos matrimonios -50.000 menos que en 1990-.
Por eso si baja o desciende la tasa de nupcialidad, quiere decir que está disminuyendo el valor del hecho matrimonial y manifiesta un cierto temor al matrimonio que es sustituido por otras uniones que no guardan lo que tiene de valor la unidad e indisolubilidad para poder custodiar el amor matrimonial y la dignidad de la vida humana.
Por otra parte no es bueno retrasar tanto la edad para casarse -35,7 años en los hombres y 32,5 en las mujeres- y para tener hijos -31 años- ni tampoco que "uno de cada tres hijos nazca fuera del matrimonio".
Finalmente, pienso que hemos perdido el sentido, pues en España no están en uso en la hegemonía cultural los términos 'padre, madre, paternidad, maternidad', que prácticamente se han retirado del lenguaje público.
Asimismo, cabe destacar que "todavía más preocupantes" son los 2,5 millones de divorcios que se han producido desde que entró en vigor la ley que lo regula en 1981, más si tenemos en cuenta que el divorcio "no es libertad ni progreso sino un fracaso". "No hay nadie que se case para separarse o divorciarse".
Por tanto, "algo está pasando en esta sociedad que enferma gravemente" para que de 100 matrimonios contraídos se divorcien más de 55.
Como educador tengo la experiencia que estas rupturas "afectan" mucho a las personas y más a sus hijos y que "no puede ser una buena noticia" que "hemos pasado vertiginosamente a una situación que, de sostenerse muchos años, rompería prácticamente el tejido social que custodia el bien social de la familia". De hecho, "los educadores saben que no es lo mismo tener una familia de padre y madre, que esté asegurada la estabilidad de esa familia en la educación de los hijos, los afectos y la transmisión de la propia tradición".
Jesús Martínez Madrid