Sr. Director:

El uno de enero de 2006, se presentó la Ley Antitabaco, por la que se les prohibía a las tabaqueras realizar campañas publicitarias, de sus marcas, en cualquier medio de comunicación. Sólo se podrían llevar a cabo reclamos publicitarios en lo recóndito de los estancos y efectuando padrinazgos competitivos de fórmula 1.

Por todo ello, 2005 fue el último ejercicio del sector tabacalero en lo que a la actividad publicitaria se refiere. La inversión fue de 42,31 millones de euros. Asimismo, ha sido el ejercicio conocido por la aparición en los diversos medios de comunicación de las marcas de tabaco de exiguo precio, según Infoadex.

Un año más tarde de la ley, el resultado es bastante hostil en proporción a las expectativas que se esperaban. La Ley Antitabaco ha sido clavada con dureza y poderío en el alma de los fumadores. Ha engendrado una potente conflictividad entre el Gobierno y las autonomías de modo, que el Estado tiene demandas contra las comunidades autonómicas de Madrid, Castilla y León, La Rioja y la Comunidad Valenciana.

La Ley Antitabaco no ha conseguido fraguar en un país demócrata y plural que toma, con irritación, los modos déspotas de sus gobernantes. El libre albedrío no puede ser coartado con medidas paternalistas. Si el Ministerio de Sanidad se empeña en proseguir en la línea actual, el próximo año será evocada como la ley que llevó a España al descalabro tabaquero. 

Con los porcentajes del Centro de Investigaciones Sociológicas y los cálculos del Ministerio de Sanidad, 756.000 mortales han abandonado el hábito del cigarro, en el pasado año. Son unos 2.000 al día los desertores del humo. Nueve de cada diez habitantes, consideran que fumar es nocivo para la salud y que es beneficioso el que nazcan leyes para reducir el consumo del cigarrillo.

CLEMENTE FERRER ROSELLÓ

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