Es verdad que no conocemos la sentencia, ni los votos particulares. Es verdad que luego puede venir la letra pequeña y cambiarlo todo. Pero por la información que tenemos del Estatut, lo que sí que podemos decir es que todos los artículos que planteaban la federalización de España han sido anulados. La bilateralidad es meramente consultiva. Y se consolidan, sí, malas políticas como la eutanasia y la homosexualidad, que nada tienen de inconstitucionales aunque sean profundamente inmorales y socialmente corrosivas.
También es verdad que la defensa de la unidad de España habría quedado más afianzada con la anterior ponencia. Alguno jugó a las siete y media y se pasó. Para empezar, se tacha de irrelevante jurídicamente la consideración de Cataluña como nación. No es un hecho discutido ni discutible, no lo es. Punto.
Es verdad que cuantitativamente muchos de los artículos recurridos por el PP no han sido aceptados. Pero eran temas que ellos mismos habían llevado a Valencia y Andalucía. Así que en el fondo, es más la sentencia del PP que la del PSOE. Sin embargo, todo el mundo juega el rol contrario. El PP se queja y el PSOE se felicita ampliamente. Nos sentimos reconocidos, esta sentencia afianza el Estado de las Autonomías, dicen Pajín, De la Vega y Caamaño. En el fondo, se trata de poner buena cara al mal tiempo. Y sobre todo, cerrar capítulo. Nadie satisfecho y todos contentos.
Eso sí, los catalanistas de todos los partidos montarán una macromanifestación. Como la preventiva. Vale. ¿Y? No pasará nada. La crisis se come todas las prioridades. Ahora lo que toca es comer y no permitir que haya más sangría de paro.
Andrés Velázquez
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