Sr. Director:
Entra en mi perfil que verás mi mejor cara. Cada vez y a menudo se deja de lado, con inconsciencia de gravedad, la realidad tal y como suena.

 

La confianza con el destino ha perdido la batalla por falta de pruebas. La fe de encontrar a ritmo de provocación y golpe de tecla ha estimulado por defecto a la farsa imitación estimulando así la aceptación del entusiasmo fingido. El espejo del ego queda favorecido, incluso perfumado, a través de la pantalla que ofusca, bifurca y aleja de la realidad mientras refleja vanidad y orgullo mitigado, a veces a la vez, por el interino y cauto yo interior. Sí, sin duda es fácil caer en las fauces del facebook.

La curiosidad del gato, la búsqueda del pirata, la valentía solitaria, la desmarcada soledad, el enmascarado defecto, el caradura sin afecto, el egoísta dual, el amor en gigas, la amistad al peso, todos estos personajes y autoridades, que toman protagonismo de reparto en cada uno de nosotros en secuencias, planos o metrajes, encuentran modo y molde, hueco y horma, infamia e infinito en el paralelo mundo de las redes sociales. Cada escena de la vida pudiera tener varios finales o como griegos y Machado intentaron razonar ¿se hace camino al andar o al/el final es el camino?... sí, quizás, pero un solo caminante.

Compleja diversidad de realidades aunque siempre predomina una dando la orientación al rumbo. Y al caso, la amistad ni se solicita ni agrega, surge y se cuida y esperar respuesta desespera al inquieto e inseguro y contar amistad a granel, también. No hay repudio a la confesa de condecorar con condena al despiste de realidades y acercamientos de ensueño a la señora red social, por su trama de maraña que está acercando lo distante y farsante y separando lo cercano y humano. Spiderman saltó sin red por tenerla muy a mano, cuidado con Internet que desconecta y puede llegar a hacer mucho daño. Cada cual que aguante su vela y corra su estúpido velo. 

Óscar Molero Espinosa