Había más que caras largas en el hotel donde el PP balear celebraba su noche electoral. Matas pensaba que todo sale gratis, que puede conceder 48.000 euros de subvención a la asociación progay Ben Amics y que no pasa nada. Su vicepresidenta, Rosa Estarás, se ha pasado toda la campaña pidiendo el voto del centro izquierda. Y claro, el centro izquierda ya tiene su marca: el PSOE. Así que no los unos ni los otros.
Tampoco le ha ido bien fichando a la pancatalanista Mª Pau Janer. La gente tiene sus límites y traerse como estrella a una filóloga que presume de querer construir "los paisos catalans" desde dentro, es todo menos oportuno. Así que estaba la pobre Mª de la Pau, llorando cual viuda. Es la primera gran bofetada de su vida. Había hecho una gran apuesta y se ha quedado con la brocha en la mano. Pobre.
Además, tenía firmado con la televisión balear para hacer un programa de magazine. Por supuesto, Mª Pau sabe que aquello es visto y no visto. Se acabó el contrato, por mucho que estuviera firmado para un año. Mala suerte. Es lo que tiene enfrentarse a los sectarios. Porque los socialistas, a fecha de este martes, están dispuestos a reeditar el ‘Pacto del Progres' en todo: comunidad, consell y ayuntamiento de Palma. A los populares, ni agua. El Ayuntamiento tiene que estar constituido el próximo 7 de junio, así que no hay mucho tiempo para renegociar con el PP.
Y la cosa no es fácil, porque Unió Mallorquina pide el pan, la sal, y la dignidad. El candidato de Mallorca, por ejemplo, con dos concejales, ha pedido ser él el alcalde. Con un par, en par Cantabria. Así que es difícil que el PP termine pasando por el aro. UM se irá con quien más le de y el PSOE no tiene nada que perder.
Por eso no extraña que el acto del PP balear fuera más un funeral que una fiesta. Los directores generales estaban literalmente llorando. Ahora toca regresar a las ocupaciones habituales. O al paro, que es peor. Y por si fuera poco, un diario balear ha dedicado el lunes a visitar a los directores generales, para comprobar si estaban en sus puestos. Por supuesto, todos estaban llorando por las esquinas o ofreciéndose a los de UM a cambio de un plato de lentejas. Sólo han encontrado a una trabajando. Es un poco demagógico, pero funciona: el gobierno balear se paraliza como consecuencia de las elecciones. Más leña al fuego. Y más lágrimas en los ojos de quienes pensaban que todo se puede hacer, que se puede atizar a los propios porque sale gratis. Y resulta que alguno decide quedarse en casa. Y por 53 votos de nada llega el rechinar de dientes.