Con las grandes operaciones empresariales siempre sucede lo mismo: en pleno fragor de la batalla se cruzan odios eternos, pero cuando la guerra se ha decantado todos vuelven a ser amigos. Como dicen en Cajamadrid, que algo tienen que ver con la batalla por Endesa, "cuando esto termine todo el mundo estará muy contento con el papel jugado por cada cual y con el resultado de la OPA".
De hecho, ni en la City madrileña ni en el cinturón industrial catalán, ni en el Gobierno Zapatero… nadie duda de que los alemanes de E.ON han ganado, e incluso que han pagado por Endesa menos de lo que estaban dispuestos a pagar y bastante menos de lo que vale la eléctrica si la comparamos con sus pares europeos. Pero han ganado, y no hay nada más que hablar.
Así que el plan de la Moncloa se ha corregido sobre la marcha. Una advertencia antes de continuar: en el Gobierno Zapatero todos reman en la misma dirección, por hay un mutante, de poder omnímodo, por aquello de que tiene fecha de caducidad, y sabedor de que mientras esa fecha no venza, no es sustituible: se trata del vicepresidente económico, Pedro Solbes, hoy situado un palmo por encima del bien y del mal, de lo posible y de lo probable.
En cualquier caso, desde Moncloa, los restos del equipo de Miguel Sebastián apuestan ahora porque el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, y el presidente de ACS, Florentino Pérez, lleguen a un acuerdo cuanto antes, no vaya a ser que otra discusión entre españoles beneficie a otro extranjero, como ha ocurrido con Endesa. Así que el plan está muy claro: Iberdrola debe ser para ACS mientras Fenosa debe ser vendida a, por ejemplo, Acciona y a Gas Natural, si optara a ello. Es un premio de consolación, pero la suma entre los clientes eléctricos de Fenosa, el gas de GN y los renovables de Acciona puede resultar cuando menos interesante. Claro que entonces se planteará otra vez la misma pugna: ¿Quién manda, la Caixa o Acciona?