Muchos contribuyentes agradecen que Hacienda les haga la declaración. A cambio, el fisco les induce a no señalar la casilla de asignación tributaria a la Iglesia. Mientras, los obispos continúan esperando que el Gobierno les llame para negociar la asignación tributaria del próximo añ mal empezamos. El truco de Hacienda, se aplica, precisamente, cuando lo que está en discusión es aumentar la asignación tributaria o la aportación directa de los fieles
El llamado impuesto religioso no es tal impuesto. Se trata de una simple asignación tributaria, reducida a un 0,5%. Este porcentaje es, por tanto, la única porción de los impuestos cuyo destino puede ser decidido por el propio pagano. Dicho de otra forma: si alguien quiere hablar de libertad fiscal, el llamado impuesto religioso es su tema. El resto, el 99,5%, es un cheque en blanco del ciudadano a la clase política, y ésta la que decide el destino de los fondos.
Pues bien, desde hace años, especialmente para las declaraciones simplificadas y abreviadas, es decir, las que no corresponden a autónomos o no certifican rendimientos de capital, Hacienda se preocupa de enviarles la declaración hecha a muchos contribuyentes. Según presumen en la Agencia Tributaria, aunque se apuntan cifras de millones de personas a la que la propia Hacienda les facilita la elaboración de declaración de la renta.
Hasta ahí todo bien, sólo que (ver ejemplo) el Gobierno abre tres casillas de asignación tributaria. Sus títulos son: Sin asignación, A la Iglesia católica o A fines sociales. Pues bien, en los documentos enviados por Hacienda, casualmente, aparece señalada con una cruz la casilla Sin asignación, lo que, en principio, se lo queda el Estado que puede decidir repartirlo como le convenga, entre la Iglesia y otros fines sociales (que asimismo reparte el Gobierno) o dedicarlo a lo que le apetezca.
Es evidente que al contribuyente que le llega la declaración hecha tiende a firmarla y llevarla a su banco o a su delegación de Hacienda, sin reparar en el pequeño detalle de que la casilla de su presunta libre elección, ya está marcada.
Se da la circunstancia de que el Gobierno ha anunciado que en el transcurso de este año se renovará la asignación tributaria. La vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega, ya advirtió que sería a la baja, pero últimamente, desde que visita a los nuevos cardenales españoles en el Vaticano, doña Teresa ha cambiado mucho.
En cualquier caso, lo que el Estado paga a la Iglesia, la diferencia entre lo que los fieles aportan de sus impuestos y lo necesario para sobrevivir lo aporta el Estado. El deseo del Gobierno Zapatero es poder decir que esa aportación es decreciente, que el sentido común invita a reducirla. Con estas trampas, en ello estamos.