El futuro de Cuba está a la vista. La reciente visita del canciller español a la isla para negociar con la dictadura el visto bueno de Europa al proyecto raulista de tipo "lampedúsico" (propiciar cambios para que todo continúe igual) ha dejado claro el plan hispano-raulista para la sucesión: ofrecer cambios cosméticos, elecciones chavistas y parlamento con participación de los hombres de Menoyo y de las izquierdas fidelistas equivocadamente exiliadas, entre otros.
Un proyecto de ese tipo a la muerte del dictador, fue discutido detalladamente con Moratinos, contando con el flujo petrolero venezolano y algún que otro beneficio que España logre tirar de la UE, aduciendo cambios lampedúsicos-raulistas en la isla, "a la que habría que apoyar en su camino hacia la democracia", que José Luis Zapatero, Hugo Chávez y Evo Morales imaginan.
Sin embargo, con la sobrevivencia no podemos ser idealistas. Durante la transición hay que procurar un sustento financiero lo más alejado posible de las donaciones, aunque en una etapa primaria sean necesarias por muy corto tiempo. Proponemos a continuación --y aprovechando elementos coyunturales actuales-- un plan estructurado para financiar un proceso limpio (no el discutido por Moratinos con Raúl en Cuba) de transición real a la democracia en la isla.
Afortunadamente --y en paralelo con la pretensión española-- Estados Unidos ha iniciado un movimiento de acercamiento con América Latina que tiene el etanol como bandera, lo que pudiera, en la etapa inicial del proceso de transición cubana a la democracia, constituirse en la locomotora que saque del estancamiento a la economía isleña en un sector –el azucarero-- que Cuba conoce como pocos países, y donde la isla tiene una tradición de más de 100 años.
Sobre el futuro político de una Cuba en transición a la democracia se ha escrito bastante, por lo que dedicaremos este análisis a los aspectos económicos. Para el cambio político se han elaborado proyectos y se tienen propuestas viables para el momento difícil a la muerte del dictador y aunque no existe unanimidad de enfoques, hay muchos análisis políticos al respecto.
Económicamente hablando, estimamos que debe haber cuatro columnas básicas que sustentarán el proceso político cubano de erradicación de todo vestigio de dictadura y la estructuración de los fundamentos democráticos de la sociedad. De estas cuatro columnas, una de ellas debe generar los recursos económicos y financieros de forma inobjetable, de manera que los inversionistas extranjeros decidan colocar su capital en Cuba, con garantías de retorno adecuadas y seguras, sin temores a futuras nacionalizaciones estatizantes.
Estas cuatro columnas básicas serían:
Primero: Un plan asociado a la venta de etanol a EUA en cantidades apreciables, ahora que Norteamérica está ávida de este producto a medio plazo y que Cuba cuenta con la tecnología, la experiencia y la calificación técnica y humana para llevarlo adelante, en una industria que ha sido su sustento durante más de un siglo y que generaría inversiones de inicio (y capital y empleo durante mucho tiempo de manera perdurable) a valores propios del mercado mundial.
Segundo: Un plan que reestructure la industria del turismo y la tire del aparheit en que el fidelismo la ha sumido, con el concubinato de inversionistas españoles y de otros países, explotadores todos de la mano de obra esclava que la "revolución" cubana les brindó.
Tercero: Un necesario plan de financiamiento y reanimación de las producciones agrícola no cañeras (la caña de azúcar sería financiado en el primer plan) con vistas a producir alimentos, basada en una fuerte red de productores agrícolas privados, o en cooperativas no estatales.
Cuarto: Un plan de reanimación de la infraestructura cubana, destruida casi totalmente por medio siglo de desidia y desatención, que incluiría la fabricación de casa, calles, carreteras, acueductos, servicios de saneamiento básico, entre otros.
Tres premisas básicas serían necesarias para un Plan Global como este: Primero: es necesario el establecimiento de una seguridad jurídica básica, que brinde a los inversionistas las garantías de la defensa de sus derechos por sobre el estado. Segundo, la isla tendría que establecer un régimen capitalista en su economía, eliminando todo vestigio de estatismo; y Tercero, sería necesaria la autorización de un flujo libre de capitales extranjeros al país.
Sobre estas bases económicas, en las que no se ha abordado los muy importantes factores políticos asociados, estudiaremos someramente lo que se constituiría en la fuente de financiamiento y entrada de capitales, el plan asociado al etanol, que junto a la industria turística, se constituirían en los pilares de la afluencia de capitales hacia la isla durante el proceso de transición a la democracia.
PROYECTO CUBA-ETANOL
Dos factores se conjugan positivamente para que Cuba pueda contar desde ahora con un plan perspectivo encaminado a financiar el necesario período de transición a la democracia, a la muerte del dictador cubano: Por un lado, la puesta a punto en Brasil de una tecnología en el área de los combustibles renovables, sustitutos del petróleo y usando la caña de azúcar como factor clave, y por otro lado, el interés comercial de EUA por acceso a ese mercado.
Los recientes artículos escritos por el dictador cubano, además de ir al encuentro de este asunto de manera negativa, indica sin lugar a dudas que presiente el peligro decurrente del interés estadounidense en un producto (etanol) totalmente producible en Cuba. Al interés político por la desaparición del socialismo cubano, EUA sumaría ahora el interés económico de tener un suministrador ubicado en las cercanías de sus costas, lo que abarataría su logística.
Cuba es potencialmente capaz, durante el período de transición a la democracia --y en muy poco tiempo-- de producir mil millones de galones de etanol sin mayores complicaciones. Esto es el 20% del etanol que produce actualmente EUA con su maíz. Sólo serían necesario contar con dos factores claves: 1,- Volver a instaurar el capitalismo en la isla, y 2.- permitir la entrada y salida de capital extranjero. La fuerza técnica y productiva existe en la isla, así como entre los técnicos azucareros cubanos en diáspora por el mundo, como el resto de los cubanos.
Según informaciones actualizadas procedentes de los medios azucareros especializados en Cuba, en la actualidad hay 318,769 hectáreas de tierras cubanas que antes eran dedicadas a la producción azucarera y que ahora están totalmente inactivas. En estas tierras, hoy cubiertas por malas hierbas, podrían producirse 500 millones de galones de etanol, es decir, la mitad del plan aquí propuesto de mil millones de galones con destino a EUA. En la isla hay además, sembradas de caña de azúcar otras 488,267 hectáreas, en las cuales podría producirse una mezcla de: 500 millones de galones de etanol (completando los mil millones de galones) más 1 millón 700 mil toneladas de azúcar, que es lo que produce hoy el socialismo cubano de Castro.
Considerando que EUA estableció un plan nacional para sustituir apreciables cantidades de gasolina, no es descabellado deducir que el precio del galón del etanol estará vinculado directamente al precio de la gasolina, más que a sus costos de producción en la isla. Basado en la experiencia de 30 años en Brasil con un plan alcoholero similar, podemos afirmar que, considerando un precio de venta del alcohol de 70% del precio de venta de la gasolina (factor comercial aplicado en Brasil) la venta de alcohol es entre un 40 y un 60% más rentable que la venta del azúcar equivalente, que también pudiera resultar lucrativa, según los precios.
Brasil exporta actualmente etanol hacia EUA pagando un arancel de 54 centavos de dólar por galón colocado en el mercado norteamericano. Este arancel, sumado a los costos de producción del etanol en Brasil, cubre el precio de venta que EUA paga al gigante sudamericano por el etanol con ganancias, pudiendo hacerse los cálculos para el ‘caso Cuba'.
Las inversiones asociadas a un plan de este tipo serían financiadas con el etanol resultante de su venta en el mercado norteamericano. Estas inversiones serían básicamente equipos y maquinarias para la industria sucro-alcoholera, casi totalmente producibles en la isla con algunas licencias brasileñas y norteamericanas, pero con un elevado volumen de equipos y maquinarias desarrollados plenamente dentro de la isla con tecnología propia o comprada.
Un plan sucro-alcoholero como este para Cuba, tendría las siguientes ventajas:
1) El capital que entraría en la isla bajo un plan estructurado como este, con las ventas de sus productos a EUA asegurados y a precios del mercado mundial, permitiría la generación de cientos de miles de puestos de trabajo bien remunerados desde el principio, algo necesario durante el período de transición, personal con el que Cuba ya cuenta en la actualidad.
2) Este plan implicaría, además del crecimiento de la industria sucro-alcoholera cubana, el desarrollo de otra industria asociada a la fabricación de maquinaria, la mecánica fabril y de transporte (ferrocarriles, puertos, etc.), de los proyectos de ingeniería, así como de los centros de investigación y desarrollo que les estarían asociados, todos vinculados a esta agro-industria, empleadora de mano de obra de dos tipos: intensiva y altamente calificada al mismo tiempo,
3) Las nuevas inversiones en los centrales bajo un plan de este tipo, pudieran asociarse a la modernización de la base energética de la industria sucro-alcoholera, para permitir (moliendo 120 días de zafra y destilando y/o refinando durante el inactivo) producir electricidad para la red nacional, reduciendo la dependencia del petróleo importado en la generación eléctrica.
Poder materializar alguna manera efectiva de generar rápidamente empleo y renta a los cubanos durante su transición a la democracia como aquí se expone, lógicamente que no implica borrar de los planes de inversiones en la isla otros proyectos productivos asociados a líneas más actuales de desarrollo, como la biotecnología y las ciencias médicas y clínicas, la electrónica y/o la informática, en todos los cuales Cuba ha demostrado tener cierto potencial. Sin embargo, la experiencia y la tradición cubana con la caña de azúcar, unido al interés de EUA en el etanol, lo tipifica como producto llave en este momento.
Jorge Hernández Fonseca
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