Negro cinco de julio que negó el sol a miles de vidas.
Tristísimo día que ahogó el grito silencioso de criaturas víctimas del abandono, de la soledad o la confusión de sus madres. Golpe bajo para el vuelo hacia la libertad, lastre insalvable para el progreso.
Sí, el 5 de julio es el día más triste de España, porque un pueblo grande y magnánimo abrió la puerta a la muerte inocente y con careta de libertad enfrentó a la madre con el hijo y no hay argucia más cruel.
Es más triste que todas las muertes injustas, porque cuando a alguien la violencia le arranca la vida, todos nos conmovemos, nos indignamos y nos duele de verdad esa injusticia que ha provocado tanto dolor, esa muerte irreparable de quien queremos, o incluso de quien no conocemos.
Pero cuando a un pequeño de nuestra especie, vivo y humano, se le condena a muerte por ley, y su madre se hunde en la desgracia, ya muchas voces callan, y otros gritan fuerte para que no se escuche su llanto.
Podrán pintarlo de libertad, podrán cantarlo desafiantes, podrán con su dinero ensangrentado comprar palabras nuevas a su medida, pero la Verdad es la Verdad y sin ella no hay libertad, ni hay melodía que llegue al alma, ni la paz es posible en los corazones.
Son insondables los caminos por los que cada hombre encuentra esa Verdad y ni imaginamos lo que somos capaces de crecer ante el dolor y la muerte, cuando se toca fondo, cuando todo parece perdido. Por eso me niego a que la tristeza nos paralice, a que el entrañable y desgarrador recuerdo de tantas causas perdidas nos quite la esperanza y las ganas de luchar.
La batalla es diaria y con nosotros mismos. Batalla de congruencia y compromiso, de constancia y de alegría. Sí, de alegría porque creemos en lo más grande, porque cada vez son más los que se unen a la causa de la vida, porque cada vez más hay ex - abortistas, ex - promuerte y extra-ordinarias mujeres y hombres arrepentidos. Por eso, aunque a ratos nos pueda el dolor, aunque dejemos que las lágrimas desahoguen la amargura y la impotencia, sigamos adelante, caminando despacio bajo la niebla, sin perder el sentido del camino, aunque la fe sea ciega, aunque seamos tan torpes, porque esa niebla se levantará y el camino recorrido no habrá sido en vano.
No dejaremos de recordaros, pequeños nuestros de generaciones diezmadas. Os mandamos el mejor de nuestros abrazos, el beso más hermoso, oraciones, flores y homenajes, pero sobre todo estad seguros de que queremos a vuestras madres, y que lucharemos por ellas, con ellas para que puedan curar su dolor, para que acojan vuestro perdón y aprovechen esa vida que ellas sí han tenido, en hacer el inmenso bien de que son capaces.
Hoy es el día más triste de esta querida y rota Españapero si seguimos trabajando sin rendirnos, con las ideas claras y con mucho corazón, estoy completamente segura de que saldrá el sol ypronto.
Alicia Latorre Cañizares
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