Sr. Director:
Los cristianos no debemos acomplejarnos: tenemos sobrados motivos de alegría por la esperanza, y de orgullo por nuestra historia secular. Hoy, los enemigos del hombre critican a la Iglesia y orquestan campañas en su contra.

 

¿Sólo por envidia? También para conseguir sus objetivos de extender la cultura de la muerte y de aniquilar los vínculos familiares, dado que la Iglesia es un  firme baluarte a favor de la vida y de la familia, de la dignidad del hombre.

Recientemente, se ha publicado la «Declaración de Manhattan» ( 20-11-2009), contra algunas políticas del gobierno norteamericano. Hace un llamamiento a todos los cristianos de los Estados Unidos, y está firmada por 152 representantes cristianos entre católicos, ortodoxos y evangélicos. En ella se afirma que durante los 2000 años de historia del cristianismo, los cristianos han «buscando la justicia, resistiendo las tiranías y saliendo con compasión al encuentro del pobre, del oprimido y del que sufre».

Creo que Leo Moulin, ateo, escritor e historiador, profesor de Historia y de Sociología de la Universidad de Bruselas, aclara bastante: La obra maestra de la propaganda anticristiana es haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los católicos, una mala conciencia, infundiéndoles la inquietud, cuando no la vergüenza, por su propia historia. A fuerza de insistir, han conseguido convenceros de que sois los responsables de todos o casi todos los males del mundo.

Os han paralizado en la autocrítica masoquista para neutralizar la crítica de lo que ha ocupado vuestro lugar. Ante los ataques, recomienda a los católicos: Debéis reaccionar en nombre de la verdad. A menudo son falsos los defectos que se os achacan; sin embargo, hay que reconocer que tras veinte siglos de cristianismo las luces prevalecen ampliamente sobre las tinieblas.

Josefa Morales de Santiago