Ni uno ni dos: llevo tres. Tres casos desde el verano, de amigos y conocidos en trance de separación o divorcio. En los tres casos, la decisión ha partido de la mujer (pura coincidencia) y en los tres la solución ha sido que el hombre abandone el hogar común y a sus hijos (en los tres casos hay hijos por medio) por una temporada, para ver cómo les va. Es decir, esa encantadora tendencia moderna a pensar que el futuro de uno y el futuro de todos, depende de una especie de demiurgo universal, del que nada sabemos pero al que todos presentimos. En los tres casos, el varón ha entrado en una especie de fatalismo (pura coincidencia): no quiere el divorcio pero lo considera ineludible. En los tres, la mujer ha contado con asesores externos (pura coincidencia), ora un abogado matrimonialista, ora un psicólogo, ora ambos dos. Lo de las separaciones a prueba suelen resultar pruebas exitosas. Estamos creando muchos puestos de trabajo en derecho y psicología matrimoniales.

Por eso, resulta tan positivo que el titular de Justicia de Mr. Bean, el inefable Juan Fernando López Aguilar, suprima todos los trámites intermedios y avance hacia un divorcio, no ya express, sino hacia un divorcio AVE. Día a día, los titulares resultan más esperanzadores: Aguilar, lo que se dice un canario un punto aplatanado, continúa batiendo marcas: primero eran 3 meses lo que iba a durar un divorcio, luego dos, la última (del jueves 16), ya se nos queda en divorcio en 30 días. Insist esto es genial. De esta forma, la reconciliación se vuelve realmente ardua. Y aunque lo parezca, no es que Mr. Bean esté empeñado en coleccionar divorcios hasta acabar con cualquier matrimonio permanente. Lo parece, pero no hay que ser mal pensados. Lo de ZP es mera insensatez suicida. Además, siempre puede alegarse que los malos tratos devienen en los procesos de separación. Cuanto más se abrevien estos procesos, menos malos tratos habrá. También menos matrimonios, menos familias y menos paternidad y maternidad, pero esos son factores secundarios.

Por ejemplo, para solucionarlos, siempre podemos unir al divorcio-express el orfanato-express. El sentido igualitarista del PSOE le lleva a plantear una ampliación del divorcio en el que ambos cónyuges (ante todo igualdad, hasta en la necedad) se repartan equitativamente el cuidado de los niños. ¿Niños en tránsito? Y por qué no orfanato-express. A fin de cuentas, como me explicaba un muchacho argentin Mi papá se ha divorciado de mi mamá y me dijo que tenía derecho a rehacer su vida, y que se iba a casar con otra mujer. Mi mamá también encontró otro marido. El único que no encontró otros papás fui yo. Y tenía toda la razón. Todavía no conozco a un matrimonio que haya roto como buenos amigos. Es más, tengo para mí que los divorciados no se divorcian jamás. Se divorcian porque riñen y continúan riñendo, con su ex y con la nueva, claro está. Lo dich el matrimonio es para toda la vida, aunque te divorcies. 

Y todo esto nos lleva a lo de los condados. No sabía yo de la verja de los candados. Al parecer, allá en Hungría, existe un muro de metal en el que uno compra un candado (alguna cerrajería se está forrando), lo colocas en la susodicha verja, le ofreces la llave a tu media naranja y ésta, de vuelta al hogar, la tira al río. Los ecologistas todavía no han protestado, pero el asunto es grave. A un pobre desagüe como el Manzanares, el único río con el que contamos en Madrid capital, le empiezas a tirar candados y la herrumbre puede acabar por matar hasta los patos, creo que la única fauna que puebla nuestro único ejemplar fluvial capitalino.

Así que S.A.R. Felipe de Borbón y doña Letizia Ortiz, Príncipes de Asturias, han hecho lo propio, y entiendo que, en estos momentos, doña Letizia ya ha arrojado la llave por el Puente de Segovia o de Toled nuestra Monarquía puede afrontar el futuro con ciertas garantías.

Pero lo del cerrojo me ha gustado. Por ejemplo, el responsable de Información de Hispanidad, Luis Losada, le preguntaba el pasado viernes 10, allá en Moncloa, a la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, si la reforma de la Ley del Divorcio que plantea el Gobierno Zapatero, iría precedida del diálogo que han solicitado diversas partes, entre otros, abogados matrimonialistas. ¿Por qué no con las asociaciones familiares?

Es igual, en cuanto oyen hablar de diálogo, los zapateristas se dan por aludidos, así que Fernández de la Vega afirmó que sí, que oiga, que naturalmente, que faltaría más. López Aguilar ha llegado más lejos. Primero se redacta el anteproyecto de ley, que ya marca no sólo la dirección en la que se camina, sino los jalones del camino. A partir de ahí, se negocia en busca del consenso, dado que si no hay consenso a Mr. Bean le brota un sarpullido peligroso. Naturalmente, no se negocia ni se dialoga sobre el divorcio en sí, ni sobre el espíritu de la ley, ni tan siquiera sobre las condiciones, ni sobre las causas ni sobre las consecuencias: se dialoga, qué se yo, si el divorcio de alta velocidad debe conseguirse en treinta o en sesenta días, que el talante exige hacer concesiones. Mr. Bean primero hace lo que le viene gana, y luego negocia si lo quieres en versión express o en versión alta velocidad española. 

Por esa razón, el diario El País publicaba los mimbres principales de la ley (bueno, ya lo había hecho, pero es igual, hay exclusivas tan espléndidas que hay que publicarlas dos veces) con el pequeño añadido de que el Consejo de Ministros lo aprobaría hoy, viernes 17.

Nada más lejos de mis palabras que la ironía y el sarcasmo. En primer lugar, si el proyecto legal se anticipa en las páginas de El País, todo el mundo sabe a qué atenerse y de qué estamos hablando. Es decir, sobre qué hay que dialogar. Eso facilitará el diálogo de forma extraordinaria.

En segundo lugar, un día en política es una eternidad, así que en una semana se puede dialogar sobre todo lo dialogable.

El padre Iñaki Gabilondo (Cadena SER, ustedes saben) lo ha explicado a la perfección en su homilía matutina (lunes, 8:00 horas): Se podrían conseguir divorcios en 3 meses, siempre que la partes estén de acuerdo. Lo cual recuerda lo que decía Chesterton: La prensa diaria comenta con pasmosa jocosidad la rapidez con la que los leguleyos desbandan a centenares, millares de familias, y la franca competencia entre los jueces que llevan a cabo la tarea por hacerse valer en el campeonato de expeditivos. Se trata de una jocosidad semejante al alborozo del sepulturero en una ciudad invadida por la peste.

Chesterton tenía razón: los grandes beneficiados de la ley Zapatero son colectivos tan amados por el pueblo como los abogados, los psicólogos sin escrúpulos y los inmobiliarios y empresas constructoras. Tanto es así, que el suplemento de El Mundo, dedicado a vivienda (edición 17 de septiembre), titulaba con gran acierto El divorcio, un nuevo negocio inmobiliario.

Zapatero quiere hacer el divorcio más fácil, y a fe mía que lo puede conseguir. Este chico, cuando se propone algo no hay quien le pare. Quiere el divorcio-express más express de toda la Unión Europea, oiga usted. Tan rápido que no habrá tiempo ni de arrepentirse. En la eutanasia, esta lucha contra la burocracia adquiere caracteres muchos más interesantes: Dices una vez sí, y ya nunca jamás podrás decir no. Es lo mismo que ocurre con los referenda de autodeterminación: Cien noes son recurrentes, pero un solo sí resulta definitivo.

La verdad es que no entienden los divorcistas que el matrimonio no es otra cosa que un voto, un compromiso. Lo que no entienden es el candado de Letizia, o la más maravillosa de todas las libertades: La libertad de renunciar a ser libre porque libérrimamente has asumido un compromiso, un voto. La libertad es para gastarla no para conservarla en formol.

De hecho, no existen crisis económicas, ni políticas, ni sociales, ni internacionales: la única crisis que existe es la crisis familiar. Todas las demás crisis son meras consecuencias.

Letizia: ¿Dónde está la llave del candado? Pues, más vale que la guardes porque con un aprendiz de brujo, como el presidente el Gobierno, puede ocurrir cualquier cosa.

Eulogio López