La pobreza es la dote privilegiada para abrir la puerta del misterio de Dios.
Una dote que a veces, hizo notar el Papa, puede faltar precisamente en quien a este misterio dedica una vida de estudios:
"Tantos pueden conocer la ciencia, la teología también, ¡tantos! Pero si no hacen esta teología de rodillas, o sea humildemente, como pequeños, no entenderán nada. Nos dirán tantas cosas, pero no comprenderán nada. Sólo esta pobreza es capaz de recibir la Revelación que el Padre da a través de Jesús. Y Jesús viene, no como un capitán, un general de ejército, un gobernante potente, no, no. Viene como un brote. Así lo hemos escuchado en la Primera Lectura: 'En aquel día, un retoño brotará del tronco de Jesé. Él es un vástago: es humilde, es manso, y ha venido para los humildes, para los mansos, a traer la salvación a los enfermos, a los pobres, a los oprimidos".
El Santo Padre prosiguió explicando que Jesús es el primero de los marginados llegando incluso a considerar "un valor no negociable ser igual a Dios". "La grandeza del misterio de Dios", repitió, se conoce solamente "en el misterio de Jesús y el misterio de Jesús es precisamente el misterio del abajarse, del aniquilarse, del humillarse" que "trae la salvación a los pobres, a aquellos que son aniquilados por tantas enfermedades, pecados y situaciones difíciles". "Fuera de este marco – concluyó el Papa Francisco – no se puede entender el misterio de Jesús":
Pidamos al Señor, en este tiempo que aún nos queda de Adviento, que nos acerquemos más, más, más a su misterio y que lo hagamos por el camino que Él quiere que hagamos: el camino de la humildad, el camino de la mansedumbre, el camino de la pobreza, el camino de sentirnos pecadores.
Así Él viene a salvarnos, a liberarnos. Que el Señor nos de esta gracia.
Enric Barrull Casals