Sr. Director:
Los cristianos tenemos en la Biblia el mensaje más directo y auténtico de la Palabra de Dios, la única que como faro va orientando e iluminando nuestra ruta hacia el más allá, dando pleno sentido a las realidades terrenas.

 

Los que carecen de la luz de la fe y se ponen en contacto con el libro santo, no podrán por menos de concluir que su mensaje literal y literario, coincide con la experiencia universal de gran parte de la humanidad. El salmo 48 pone de manifiesto la vanidad de las riquezas y el destino de sus dueños. Su mensaje es  intemporal y  tan actual  hoy como ayer y como siempre.

Al creyente, como al ateo, no le dejará indiferente el contenido de este salmo, que no necesita explicación, pues se hace comprensible a todos. Oíd esto todas las naciones, escuchadlo, habitantes del orbe; plebeyos y nobles, ricos y pobres; mi boca hablará sabiamente, y serán muy sensatas mis reflexiones. ¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados, que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas, si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. Mirad: los sabios mueren, lo mismo  que perecen los ignorantes y los necios, y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad, aunque hayan dado nombre a países. El hombre no perdura en la opulencia, sino que perece como los animales..

Nada que añadir, mucho que meditar y todo que aprender, para esta y la otra vida que nos espera.

Miguel Rivilla San Martín