El nuevo socialismo de Zapatero no es de papel, sino audiovisual No ha habido acuerdo Gobierno-editores. Y no lo ha habido porque para el Gobierno, el papel es algo del siglo pasado, como la central de Garoña. El socialismo de Zapatero apuesta por lo audiovisual. Su paradigma, Roures, es capaz de hacer una buena tele y un mal periódico al mismo tiempo. Lo contrario que PRISA que tiene un buen periódico y una mala tele.
Zapatero sabe que la tele manda, que la sociedad no es mediática sino audiovisual. Y en esas está. Por eso Cabrera graba un vídeo antes de la sentencia del Supremo sobre EpC y por eso Chacón anuncia el regreso a casa de laqs tropas por la tele antes que a los interesados Es su obsesión. Fuera de la tele no hay salvación. Y por eso las ofertas a los editores son nulas.
Cositas, más bien. Nada que ver con la apuesta estratégica de Sarkozy o de Obama. De la Vega les ofrece líneas ICO -esas que no funcionan- aplazamientos en la Seguridad Social esas accesibles para todo el mundo y no gratis- y luego cosas vaporosas: centro de excelencia periodística, suscripciones colectivas de ministerios, publicidad institucional. O sea, nada comparado con los 600 millones de euros de Sarko. Los editores rompen la baraja. Y se van a quedar con las cartas rotas, porque al Gobierno no le importa la censura de papel mientras tenga la bendición audiovisual. Y aquí sí que dedican todos sus esfuerzos.
Zapatero sabe que la tele manda, que la sociedad no es mediática sino audiovisual. Y en esas está. Por eso Cabrera graba un vídeo antes de la sentencia del Supremo sobre EpC y por eso Chacón anuncia el regreso a casa de laqs tropas por la tele antes que a los interesados Es su obsesión. Fuera de la tele no hay salvación. Y por eso las ofertas a los editores son nulas.
Cositas, más bien. Nada que ver con la apuesta estratégica de Sarkozy o de Obama. De la Vega les ofrece líneas ICO -esas que no funcionan- aplazamientos en la Seguridad Social esas accesibles para todo el mundo y no gratis- y luego cosas vaporosas: centro de excelencia periodística, suscripciones colectivas de ministerios, publicidad institucional. O sea, nada comparado con los 600 millones de euros de Sarko. Los editores rompen la baraja. Y se van a quedar con las cartas rotas, porque al Gobierno no le importa la censura de papel mientras tenga la bendición audiovisual. Y aquí sí que dedican todos sus esfuerzos.