Francisco Camps (en la imagen) me caía bastante gordo y el otro imputado en el caso de los trajes, señor Costa, también. Ahora han sido re-absueltos por el Tribunal Supremo. Fueron acusados de recibir trajes por valor de 20.000 euros. Quizás es porque soy poco coqueto pero sólo tengo dos preguntas:
1. ¿Se pueden gastar 20.000 euros en trajes entre ambos Tengo que preguntarle a mi esposa, pero en toda mi vida (y soy de la quinta de Zapatero, 1960) creo no haberme gastado tamaña cantidad en trajes. Ni medido en euros constantes, oiga.
2. ¿Puede un presidente de una importante comunidad autónoma venderse por trajes Hombre, por un casoplón en Mirasierra no te digo yo que no, pero...
Es más, ¿puede la trama Gürtel, que, si no he entendido mal, eran, principalmente, organizadores de festejos, haber sobornado a tantos prebostes A ese precio sí, claro. Y es que, como decía el periodista Emilio Romero, "yo no me vendo, me alquilo".
Esto es una corrupción a la española, corrupción de mercadillo. Venderte por unos trajes. Oiga ni que fueran trajes de oro.
Y lo mismo puede decirse del fusilado Iñaki Urdangarín, otro presuntuoso sobre el que tampoco siento ninguna admiración: ¿De verdad es tan grave lo que ha hecho
Por decir algo, mucho más grave es abortar -tal y como le ha acusado, a la Princesa Letizia Ortiz, su primo David- que conseguir subvenciones públicas para organizar seminarios deportivos, aprovechándose de ser el yerno del Rey. Sin embargo, los medios de comunicación, más o menos progresistas, han silenciado el libro del vengativo primo de la Princesa Letizia y amplifican hasta la náusea los correos del vengativo socio de Urdangarín, Diego Torres.
Y ya puestos, hablando de SM el Rey, mucho más grave es firmar dos leyes de aborto (1985 y 2010) que cazar elefantes en Botswana.
Por otra parte, en la mañana del martes, Camps ha sido absuelto por el Tribunal Supremo y entonces, según el dogma de que no hay más verdad que la que dictan los tribunales, ¿cómo recuperará este chico, que me cae más bien gordo, su cargo, sueldo y honor perdidos
Pero lo más grave es que sólo el cainismo español, la ardiente necesidad de machacar al vecino y rendir pleitesía al forastero, convierte esta corrupción de Carrefour en una cuestión nacional. Seguimos moviéndonos en las coordenadas que enmarca la conocida sentencia del obispo de Madrid, Rouco Varela: el pecado más grave de todos no puede ser defraudar al Fisco, aunque no hay que defraudar a la Hacienda pública.
Sosegaos españoles. Castíguese al corrupto pero no vertamos nuestra inagotable mala leche hispana, convirtiendo molinos en gigantes y castillos en covachas. Conviene que el odio no oscurezca nuestro sentido de las proporciones.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com