Después de su viaje pastoral a Corea, el Obispo de Roma expresó a los peregrinos en la audiencia de este miércoles -20 de agosto- que, "en la historia de la fe en Corea se ve cómo Cristo no anula las culturas, no suprime el camino de los pueblos que a través de los siglos y los milenios buscan la verdad y practican el amor por Dios y el prójimo".
"Cristo no deroga lo que es bueno, sino que lo lleva a cumplimiento. En cambio, lo que Cristo combate y derrota es al maligno, que siembra cizaña entre hombre y hombre, entre pueblo y pueblo".
"He podido visitar una Iglesia joven y dinámica, fundada en el testimonio de los mártires y animada por espíritu misionero, en un País dónde se encuentran antiguas culturas asiáticas y la perenne novedad de Evangelio" relató Francisco.
"La Iglesia es una familia espiritual en la cual los adultos transmiten a los jóvenes la llama de la fe recibida por los ancianos", "el joven siempre es una persona en búsqueda de algo por lo cual valga la pena vivir, y el mártir da testimonio de algo, es más, de Alguien por el cual vale la pena dar la vida. Esta realidad es el Amor, es Dios, que se ha hecho carne en Jesús, el Testigo del Padre".
El Obispo de Roma explicó que "los primeros cristianos coreanos se propusieron como modelo la comunidad apostólica de Jerusalén, practicando el amor fraterno que supera toda diferencia social. Por eso –dijo- he alentado a los cristianos de hoy a que sean generosos en el compartir con los más pobres y los excluidos, según el Evangelio de Mateo en el capítulo 25: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Me parece una adecuada reflexión sobre la nueva evangelización.
Suso do Madrid