- Y claro, las críticas a la vicepresidenta-portavoz, arrecian en el PP.
- Al final, resulta que la número dos de Rajoy coincide con Elena Valenciano: una cosa es la corrupción de Yolanda Barcina y otra el acuerdo PSOE-Bildu para echarla.
- Las críticas de los periodistas a la tarea del Gobierno en Ceuta se saldaron con una reiterativa alusión al esfuerzo informativo realizado por la Guardia Civil y su titular político.
- Sáenz de Santamaría no respondió a la división del Tribunal Constitucional sobre el referéndum de Artur Mas.
- La vice se ha convertido en una grandísima leguleya.
Consejo de Ministros, viernes 14. Si se hiciera una encuesta se simpatías en la calle Génova, sede del Partido Popular, el premio limón se lo llevaría la vicepresidenta primera del Gobierno o Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen). Sobre todo, por su labor como portavoz, función en la que no se sabe si defiende al Ejecutivo, a la oposición o a ella misma. Bueno, esto último sí que se sabe, con total seguridad. Ella desprecia a los periodistas y no responde a sus preguntas; ellos responden haciendo preguntas que no son preguntas, sino editoriales críticos hacia el poder.
El viernes 14, en Moncloa, mientras el titular de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, explicaba el nuevo texto legal sobre Propiedad Intelectual, se dejó ver en qué se han convertido las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros: la vicepresidenta desprecia a los periodistas y no responde a pregunta alguna, enrocada en una retórica forense que empieza resultando graciosa y acaba por agotar.
Ejemplo: preguntas sobre la actuación de la Guardia Civil en Ceuta y sobre las responsabilidades del Ministerio de Interior en una actuación difícil, pero que pudo ser más humana con los ilegales en aguas de Ceuta. Respuesta de Soraya: ni una palabra sobre los hechos en sí: una y otra vez, a una y otra pregunta, responde la misma cantinela: se ha hecho un gran esfuerzo para recopilar toda la información. ¡Menuda manera de apoyar a su compañero de Gabinete! Más bien le ha hundido.
Luego está lo de la corrupción de la presidenta navarra, Yolanda Barcina, su presunta aliada política. La vice no responde sobre el fondo de la cuestión, 'of course', pero se empeña en marcar la diferencia: una cosa es la alianza PSOE–Bildu para echar a Barcina -que está muy mal- y otra las acusaciones a Barcina, en las que no entra. Pues si no entra en la causa, ¿por qué insistir en los efectos Soraya se nos ha hecho la más insigne de las leguleyas. En cualquier caso, ha maltratado a Fernández y ha hundido a Barcina. Ahora todos consideran que el primero debe dimitir y que la segunda es una choriza de mucho cuidado.
El Tribunal Constitucional le da un susto al Gobierno: la magistrada Adela Asúa, nombrada por el PSOE, es decir, más progre que los progres del PP, asegura que la convocatoria del referéndum independentista de Artur Mas merece la aprobación de entrada. Esto es, golpea al Gobierno al pedir que se retire su recurso.
Empecinada en el error, Soraya vuelve a omitir la pregunta, y se va por los cerros de Úbeda leguleyos: el Gobierno tiene un mandato constitucional, et, etc, etc. No, si le parece, señora vicepresidenta, el Gobierno debe, de forma volitiva y seguramente prevaricadora, incumplir el texto constitucional.
Lo que se esperaba es que una vicepresidenta del Gobierno hiciera, precisamente, lo mismo que hace Artur Mas: ir al fondo de la cuestión. Por ahora, sabemos todos los argumentos secesionistas -algunos francamente majaderos, pero esa es otra cuestión- de los nacionalistas catalanes. Apenas conocemos los argumentos del Gobierno unionista, salvo que… cumplirá el mandato constitucional.
Por cierto, alabanza final a Juan Manuel Moreno, secretario de Estado de Igualdad, nuevo presidente del Partido Popular en Andalucía, impuesto por el Gobierno… para cubrir un puesto que Javier Arenas no quiere cubrir (su pueblo le aburre mucho). Lo grave es que los ditirambos de Soraya sólo suponen una cosa: que el PP da por perdido Andalucía.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com