En lo único que coinciden PP y PSOE, y también los partidos nacionalistas, es en que no haya más invitado al banquete de la cosa pública que los ya instalados. Derecha e izquierda se temen, odian y apostrofan, pero aun temen y odian más, y además condenan al silencio, con más encono, a los nuevos partidos que se quieren abrir un hueco en el Sistema, lo únicos que podrían renovar el viciado ambiente de la política española (y me temo que ocurre lo mismo en todos los países). Más que confrontación ideológica, en España las elecciones parecen repartos de tarta entre los mismos comensales de siempre. Cambian el tamaño de las porciones, pero los ‘manducas' siempre son los mismos. El caso de Ciudadanos de Cataluña en los pasados comicios autonómicos del 1 de noviembre es paradigmático.

Y para fagocitar a los pequeños no sólo bastan las barreras de entrada al Sistema. Existen otros medios para promocionar el voto más inútil de todos, el llamado "voto útil". Por ejemplo, lo que relata en la presente carta el candidato del partido Familia y Vida al Ayuntamiento de Madrid, Jesús Mariñoso. Una encerrona en A-3 TV, el multimedia más proclive al Partido Popular, especialmente interesado en que ningún partido le robe votos al PP. La jugada consiste en reunir a un batiburrillo de partidos marginales con otros marginales-cutres, dentro de una macedonia que nadie con sentido común se puede tomar en serio.

Se queja el candidato con razón, y ahora sólo queda el acudir al ideario de Familia y Vida así como sus planteamientos para las presentes elecciones.

Otra manera de renovar la oligarquía que se ha hecho con todos los controles sería la renovación electoral de las listas abiertas y el fin de la disciplina de partidos. Pero observarán, vaya usted a saber por qué, que ni la izquierda ni la derecha lo desean. En el fondo, no hay tanta crispación política como aseguran los tertulianos. Helas aquí, las grandes formaciones, en consenso permanente: que no entre nadie más. Helos aquí, a los grandes medios, consensuados y acordes, sin ninguna voz disonante que chirríe en su plácida existencia.

Eulogio López