Sr. Director:

Son muchas las líneas que se han escrito sobre la gran mentira de Dan Brown, El Código da Vinci. Y ahora tenemos que ver como esta obra absurda, llena de mentiras e interpretaciones ridículas y sin ninguna otra base que la de atacar la fe de millones de creyentes es llevada a la gran pantalla. Por ello, no debemos extrañarnos de que en su reciente estreno en el festival de cine de Cannes pasara totalmente desapercibida, por mucho que el dinero americano haya tratado de vendérnosla.

Sin embargo, el problema no reside en esta cuestión, sino en el interés histórico por parte de las corrientes laicistas de atacar la base de millones de creyentes en el mundo, de tratar relativizar una fe y unas creencias que tienen más de 2000 años de historia, y sobre todo de buscar destruir a una institución básica en todas las etapas históricas de nuestro mundo y fundamentalmente de nuestra sociedad. Me pregunto qué pasaría si ese interés, esa promoción y propaganda barata y estatalizada, se empleara para atacar algún otro mito histórico como la Revolución Francesa, símbolo del anticlericalismo y del libertinaje intelectual que propugna Dan Brown y que la falta de rigor de sus lectores provoca que se crean ese absurdo y ridículo mundo de ciencia ficción.

Victor Amado

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