Fusión de transición. Ésas son las palabras clave, la idea fuerza, del presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. En la mañana del martes 5, el Consejo de Administración de Caja España abordaba la fusión con Caja Duero, dos entidades necesitadas de ayuda.
El Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), había presionado a las dos entidades y amenazado con la intervención. Un farol como una casa, porque el proceso de fusiones de cajas de ahorros, que sólo pretenden convertir a la cajas en bancos y situar al frente de las entidades a gestores afines, está resultando más complicado de lo que parece.
Dicho de otra forma, Herrera le ha tomado el pelo a MAFO, ha aceptado la fusión, las ayudas públicas del FROB -que, insisto, las necesita mucho- y tiene previsto que el director general de Caja Duero, Lucas Fernández capitanea al nuevo equipo y ponga al proceso en marcha. Luego, una vez conseguida la fusión, ya traerá a los gestores definitivos porque Fernández quiere jubilarse antes de 1 año.
A MAFO sólo le interesa reducir plantilla y costes para mejorar el balance. Exigió el acuerdo de fusión para la Epifanía, el 6 de enero. Pues muy bien, le obedecemos: a cambio dénos dinero y luego ya decidiré yo quién manda. Lo lógico, de hecho, es que la sede de la futura entidad no sea ni León (Caja España) ni Salamanca (Caja Duero) sino Valladolid, sede de la Junta. Y de paso, me llevo 600 millones de euros de dinero público para sanear.
A ver si nos entendemos. Son dos cajas de ahorros malas. Duero, presidida por un catedrático de Neurología sin ninguna experiencia financiera anterior. Lo de Caja España es peor, con un empresario en quiebra, Santos Llamas, al frente y con un muy soberanista leonés (no es coña) alcalde socialista Francisco Fernández. Entre PP, PSOE e híper autonomistas leoneses. Empeñados en separarse de Castilla, la cosa es de mucha risa. Todos han prescindido de José Ignacio Lagartos, director regional tradicional de Caja España, y la izquierda prefiere a su segundo, Javier Ajenjo, como sustituto. Lo tiene tan difícil como todos los demás. Lo que Herrera busca es que alguien haga la fusión y luego se inmole, sea por cese, dimisión o jubilación. Y de otra forma, pues no hay pacto que valga.