Resulta que dos jovencitos están dando el cante en un Burger King del centro de Madrid, morreando y metiéndose las manos, así entre hamburguesas.

Los padres de dos familias con niños se quejan al encargado ante el espectáculo no apto para menores (ni tampoco para mayores con conciencia y/o estómago) y el encargado, jugándose el puesto ante lo políticamente correcto, les pide que, por favor, pongan las manos en la hamburguesa y no en otros lugares, porque hay menores.

¿Dónde está el límite Porque si no hay límites impera la ley de la selva

¿Podía permitirse tamaño ataque a las libertades fundamentales de lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales, protosexuales y demás sexuados Nunca jamás. De inmediato las redes sociales (¡cuánto bueno!) se movilizaron en defensa de los dos homosexuales agredidos y en pocos días montaron, en el mismo establecimiento, una besada y metemanada limpia y honesta: ellos con ellos, ellas con ellas y alguno, imagino, consigo mismo. Hasta los empleados aplaudieron entusiasmados.

Naturalmente, no será Burger King quien ignore las justísimas reclamaciones de las minorías dominantes (sí, minorías dominantes). Que nunca serán los niños, sino la gente rara pero vocinglera. Por ejemplo los gays. De inmediato, la multinacional norteamericana se apresuró a decir que había sido una conducta individual del encargado. Vamos, que le dejó más sólo que la una y a estas horas estará despedido o expedientado.

Lo habitual. Tampoco conviene escandalizarse. Ya sabemos con quiénes tratamos, y con 'quiénes' me refiero a los tres colectivos: el lobby gay, los políticamente correctos y las multinacionales norteamericanas.

Sólo una pregunta: ¿Dónde está el límite ¿O no hay límites ¿Qué ocurriría si una pareja heterosexual -sí, existen, se lo aseguro- entrara en Burger King y se pusiera a fornicar, en mitad del restaurante ¿Qué pasaría si alguien se quejara y el encargado del restaurante le pidiera amablemente que dejaran el ayuntamiento y la cópula para otro momento y, sobre todo, para otro lugar ¿Alegaría Burger King que fue una actuación personal del encargado

Porque ante esa explosión de 'derechos para todos en todo' que inunda Occidente, la pregunta siempre es la misma: ¿dónde está el límite Y si la respuesta es que no hay límite, entonces estamos hablando de otra cosa: hablamos de la ley de la selva y entonces la única norma moral es la de la supervivencia. Y todos sabemos lo que eso representa.

Y de paso, ¿por qué las familias naturales, los normales, no tienen otro derecho que el de soportar la barbarie mientras los anormales (tranquilos, me refiero a los que se atienen a la norma) tienen derecho no sólo a irritar la conciencia de los demás sino incluso su estómago Porque yo ya no soy un niño, pero ver a dos maromos sobándose me da un asco que no veas.

Bueno, a algo sí tenemos derechos los normales: a no volver a entrar en un Burger King. Algo es algo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com