No es posible culpar al presidente, porque es Alfredo Sáenz. También se baraja un cambio de nombre de la entidad, aunque se considera medida poco eficaz. No sólo es Lehman y Madoff, sino también el desastre de los bancos islandeses, del que nadie habla. El fallo ha sido el de siempre: mentir al cliente, pero el Banco de España ni se mueve.
Es un caso muy real: Se llama Carmen y tenía invertido todos sus ahorros -55.000 euros-, en una sucursal de Banif en Valladolid. Desde un principio advirtió el empleado
-gestor, que de banca privada hablamos- que no quería correr riesgos. Tampoco ganar, le bastaba con mantener sus ahorros y poder retirarlos cuando los necesitara.
El gestor le aseguró que podría cumplir con todo eso. Le presentó el producto como un plazo fijo de 6,75% anual. Ni tan siquiera sabía dónde iba a rentabilizar la forma de banca privada del Santander sus euros: le bastaba con saber que tenía seguridad y liquidez.
A mediados del pasado año Carmen comenzó a no recibir los intereses, lo cual le hizo sospechar. En un principio, Banif se mantuvo en su trece: no decía dónde estaba su dinero; cuando exigió la retirada de fondos entonces sí, le dijeron que su dinero había sido invertido en acciones preferenciales de bancos islandeses. ¿Irlandeses? No islandeses de Islandia, de donde Tolkien extraería sus sagas nórdicas para El Señor de los Anillos.
Acciones preferentes -que no tienen otra preferencia que la prelación disponible en caso de quiebra- de dos de los tres bancos nacionalizados: Kaupthing, Landsbanki y Glitnir (¿a qué no es usted capaz de repetirlos sin mirar?). Y, naturalmente, no podía retirar su dinero hasta 2011, en que vencen las preferentes. Pero eso sí, insistían en Banif, aunque usted no cobre intereses ni pueda retirar el principal, lo cierto es que su dinero está a salvo, dado que los asegura nada menos que el Gobierno islandés. Sólo que no podía llevárselo. Incluso, no es broma, en Banif le ofrecieron la posibilidad de viajar a Reikiavik, a una asamblea de Acreedores. No, Botín no financia el viaje. Por otra parte, en febrero, el destino turístico favorito del hemisferio norte es Islandia.
Banif ha sido el gran repartidor de bonos Lehman -que el cliente no sabía que eran Lehman- Banif ha sido el gran repartidor de participaciones Bernard Madoff, que el cliente no sabían era Madoff. También se ha llevado la palma en las preferentes islandesas. Vamos, todo un modelo de banca de fortunas, de banca privada, de administración de patrimonios.
De los afectados por Madoff, grandes fortunas, se han encargado los directivos, incluidos el propio Emilio Botín, que ha recibido a no pocos en su despacho del Paseo de la Castellana. Pero de los miles de afectados por Lehman o por los bancos islandeses -sin saberlo- ni los directores de sucursal, que envían a los recién llegados a dar la cara ante los clientes.
Así es como se ha planteado el problema en el Santander. ¿Cerramos Banif? La conclusión ha sido que no. Razones: está presidido por Alfredo Sáenz, que no quiere ese baldón en su historial, aunque ya lo tiene, y en su Consejo figuran Rodrigo Echenique, Javier Marín -responsable de banca privada de todo el Grupo- y siga usted contando.
Así que Banif no se cierra, y también se ha barajado la oportunidad de cambiarle nombre.
Lo mejor es buscar una cabeza de turco y ésta es la opción más barajada: en pocas palabras, cesar al equipo ejecutivo, que lidera el consejero delegado, José Manuel Maceda. Que todo cambie para que todo siga igual.
¿El fallo de Banif? Pues está muy claro, el de siempre: mentirle al cliente. Se trataba de captar dinero a cualquier precio y ofrecer alta rentabilidad a unos clientes que, como Carmen, no quería ganar, sino no perder.
Y el Banco de España sin decir ni mú. Y lo malo es que el silencio del regulador paraliza el urgente proceso de cambio -o fallecimiento- de la banca privada.
Eulogio López