La periodista Pilar Urbano -repito que no es santo de mi devoción, pero en este momento es la víctima- se ha convertido en presunta: presunta mentirosa, presunta periodista y presuntamente honrada. Es la reacción de la izquierda y la derecha progres en defensa de la Monarquía. Para una vez que un miembro de la Real Familia dice algo políticamente incorrecto, es decir, defiende una serie de principios de ley natural, todo el mundo se le echa encima. Especialmente la derecha que, como decíamos ayer, es más servil con la Monarquía que con sus principios cristianos. Respecto a la progresía más o menos izquierdosa, se encuentra de lo más confundida, la pobre. Su jefe, el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, les ha dejado en fuera de juego con su espléndida -políticamente espléndida, aunque cínica como ella sola- salida en defensa de doña Sofía.
ZP prohibió apuntar a Su Majestad y la progresía es muy disciplinada, así que se han callado. No más críticas a Su Majestad. Ahora bien, si no querían que las palabras de la Reina en defensa de la vida, de la familia, de la vida terminal, de la educación religiosa y de un montón de cosas más, se convirtieran en referencia para millones de españoles, había que matar al mensajero. En ello estamos.
Ahora bien, quienes acusan a Urbano de mentir saben que están mintiendo. Saben, perfectamente, que doña Sofía dijo todo eso y saben que lo dijo porque realmente lo piensa. Ni inexactitudes ni perrito que nos ladre. ¿Que la periodista no grabó la conversación? Por favor, si no hay instrumento que exija una traducción más esmerada que el lenguaje oral, especialmente cuando el orador se sabe grabado. Si Urbano hubiera grabado a doña Sofía tendría que haber rehecho toda la conversación.
Lo único que puede hacer cualquier hombre de bien es felicitar a doña Sofía por su defensa de una serie de valores innegociables y a Pilar Urbano por un libro que recoge esa defensa.
Es más, echo en falta que la Reina, por mucho que se le hayan echado encima sus propios deudos (especialmente los dos que mandan en la Casa Real, su esposo e hijo, bueno, también manda mucho su nuera) salga en defensa de la periodista calumniada y difamada. Sí, resultaría muy peligroso, pero también justo.
Porque, personalmente, estoy un poco harto de esta caza del hombre -o de la mujer- por parte de los políticamente correctos. Este tipo de persecuciones son las que apestan: no Pilar Urbano.
Eulogio López
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