Hay muchas personas mayores, cuando digo mayores me refiero a aquellos que se han jubilado y se deprimen porque piensan que ya no pueden hacer nada en este mundo.
Se acomodan en el sillón frente al televisor o cuando más se van al parque un rato a tomar el sol y poco más. Aunque, no todos. Tengo una amiga que cuando se jubiló decía: no estoy jubilada, estoy jubilosa.
Ahora, acabo de leer un artículo de José Luis Olaizola, titulado La aventura tailandesa. Me encanta leer siempre a este señor, por su optimismo sobre la vida, teniendo en cuenta los años que tiene ya. Pues bien, en este artículo se refiere a un viaje que acaba de hacer a Tailandia, acompañado como siempre de su inseparable esposa, -que tampoco es una niña-. Cuenta: Ha sido una aventura maravillosa, por la que doy gracias a Dios cada día; que en la senectud de mi vida haya puesto en mi camino la posibilidad de colaborar contra el drama de la prostitución infantil.
Lleva ocho años trabajando en esa ONG, familiar y artesanal como él la llama y con toda razón, ya que presidente y vicepresidenta son él y su mujer, los consejeros sus hijos a los que invitó a que se involucraran en esa aventura, cuando con ocasión de un viaje que hizo a ese país a dar una conferencia, conoció al misionero jesuita Alfonso de Juan, que lleva más de cuarenta años en Tailandia, y diez luchando contra la denominada industria del sexo.
Un negocio millonario ante el que las autoridades cierran los ojos, porque creen que favorece al turismo. Agentes de esa siniestra industria recorren los pueblos comprando niñas, que cuando se encuentran en Bangkok o en Pattaya están perdidas; no conocen el idioma, las maltratan, llegan a mutilarlas para que no puedan escapar.
Hoy, gracias al padre Alfonso, a la familia Olaizola y a la cantidad de personas que con su generosa aportación económica están contribuyendo, hay mil niñas escolarizadas, que están aprendiendo una profesión, un oficio o un idioma, que les permita defenderse en la vida y escapar de la prostitución. ¡Ah! Y cien de esas niñas, están en la Universidad.
Por si alguna persona quiere colaborar en suscribir una beca, por una sola vez, de cien euros, o la cantidad que considere oportuna, la cuenta corriente es: Somos Uno, Caja Madrid, Entidad 2038, oficina 2495 DC 31, número 6000192025, para más información www.ongsomosuno.com.
¡Menuda herencia nos dejas, papá!, le dicen sus hijos. ¡Con toda razón! Ya digo, que no importan los años para hacer cosas en la vida. Venga ánimo, a los que estén aburridos, que trabajo hay por todas partes. Y gracias José Luis, por acercarnos estas noticias tan gratificantes, que a muchos estoy segura nos va a ayudar.
Elena Baeza