Sr. Director:
La antipatía hacia la religión tradicional en el Partido Comunista chino se deriva de la idea de Karl Marx de que ésta es el "opio de las masas" que "alivia el dolor de la opresión" de la aristocracia capitalista.

 

En una sociedad socialista igualitaria, no hay necesidad de este remanente de explotación.

Sin embargo, los recientes movimientos a favor de la religión sugieren que esta aversión ideológica se está transformando, junto con la situación socioeconómica de China, aunque más lentamente. La corrupción, la degradación ambiental y la amenaza de una crisis bancaria importante pesan en la capacidad del Partido Comunista para mantener el control.

El opio religioso podría ser justo la solución para un Partido Comunista nervioso. Por ello, la primavera pasada, una delegación de 11 funcionarios del gobierno chino visitó Nairobi, Kenia. Su misión: buscar consejo sobre cómo promover el cristianismo en China. El arzobispo de Kenia les dijo que "la religión es buena para el desarrollo."

Quedaron muy conformes con la afirmación.

Los estudios académicos y think tanks dedicados a estudiar los efectos políticos y sociológicos de la religión han sido patrocinados por los órganos de gobierno para explorar temas como el papel del cristianismo en el desarrollo de los Estados Unidos y Europa. Y las instituciones como la Universidad de Fudan del Departamento de Estudios Religiosos en Shanghai y el Instituto de Estudios Avanzados de las humanidades y la religión en la Universidad Normal de Beijing se están volviendo más comunes en el mundo académico chino.

Parece que es el momento de rescatar a China de las manos de ateísmo militante.

Jesús Domingo Martínez