En la embajada norteamericana en Madrid niegan que se haya tratado de un insulto diplomático, pero lo cierto es que no se puede insultar de una forma más grave: en primer lugar se piden explicaciones por las llamadas Cartas Tunecinas *que no Marruecas*. Es decir, por las declaraciones del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, animando a los países que tienen tropas en Iraq a abandonar este país.

 

El secretario de Estado de Exteriores, Bernardino León, acudió a la sede de la Embajada norteamericana en Madrid, sita en la madrileña calle de Serrano, para solidarizarse con las víctimas del 11-S. Allí fue recibido, insistimos, el número 2 de la Diplomacia española, por el responsable de Negocios, Robert Manzanares, en lugar de por el propio embajador, George L. Argyros. Es sabido que cuando la diplomacia norteamericana quiere insultar a un jefe de Estado, es recibido en Washington por el vicepresidente, alegando viaje, enfermedad o problemas de agenda del inquilino de la Casa Blanca.

 

No sólo eso: la diplomacia norteamericana no participó en el aniversario del 11-M, aunque León aprovechó el tercer aniversario del 11-S para mostrar su solidaridad con los norteamericanos. Y lo hizo, horas después de que Manzanares solicitara explicaciones al Gobierno español por las declaraciones de su presidente en Túnez. No es habitual que un agregado de embajada solicite al Gobierno, ante quien ostenta su representación, explicaciones por las palabras de un presidente del Gobierno.

 

Por su parte, León, con muy poca dignidad, intentó arreglar el asunto afirmando que las palabras se habían malinterpretado, que a Zapatero no le habían entendido, cuando lo cierto es que se le había entendido hasta demasiado bien.